Por @Alvy — 22 de mayo de 2013

Este artículo se publicó originalmente en Cooking Ideas, un blog de Vodafone donde colaboramos semanalmente con el objetivo de crear historias que «alimenten la mente de ideas».

Todos conocemos los contenidos virales porque inundan nuestros buzones, las páginas de Internet que visitamos y últimamente hasta la televisión: vídeos simpáticos o impactantes, chistes repetitivos creados por personajes anónimos y bailes a cual más absurdos. Pero… ¿cuál es la diferencia entre lo que es popular y lo que es viral?

En este vídeo procedente de los laboratorios de Microsoft Research se muestra una herramienta que han desarrollado que trata de explicar precisamente eso. Su nombre es Viral Search y básicamente es una herramienta de análisis en la que volcaron casi 300.000 «historias» mencionadas con enlaces en 1.400.000 tuits de Twitter. La idea era estudiar cómo un enlace pasaba de una persona a otra, organizándolos en «árboles» a través de las diferentes «generaciones».

Lo que diferencia una historia popular de una viral es que generalmente las primeras aparecen en la red e «impactan» a los destinatarios una sola vez, mientras que las segundas crecen y crecen a medida que más y más gente las redistribuye. Las historias populares surgen de un solo punto y en un solo salto –o en muy pocos– llegando a millones de personas; normalmente porque quien las ha generado tiene una gran audiencia (pensemos en un periódico, revista o un famoso). Los virales en cambio suelen surgir en entornos muy limitados, con audiencias de unas pocas decenas o cientos de individuos nada más.

La diferencia es que al cabo de unos pocos saltos o «retuits» –que en Viral Search denominan «generaciones»– las historias populares se secan y desaparecen. Los virales, en cambio, son más persistentes, pudiendo alcanzar decenas y decenas de generaciones, perdurando mucho más tiempo. Además, suele suceder que en algún punto alguna de las personas a las llega el viral tiene a su vez un gran número de seguidores y su retuit multiplica la difusión.

El resultado es que aunque el número total de personas a las que llega una historia puede incluso ser el mismo, el esfuerzo y los medios necesarios para ello son notablemente distintos. Por poner un ejemplo práctico: cuentas con millones de seguidores hay muy pocas, y suele costar mucho tiempo y esfuerzo hacerlas crecer y mantenerlas dignamente – por no hablar de que normalmente hay que ser una estrella del fútbol, la canción o un medio de comunicación gigantesco para ser el agraciado. En cambio para lanzar un viral basta tener una cuenta y unos cuantos amigos que a su vez sigan la cadena: si el material es bueno el efecto multiplicador hará llegar la historia cada vez a más personas, tal vez a las mismas a las que llegaría una gran cuenta de Twitter o incluso más.

¿Suena fácil? ¿Cualquiera puede crear un viral y difundir su trabajo, sus ideas o su publicidad al mundo entero con ciertas garantías de éxito? El problema es que a la gente le supone un esfuerzo reenviar las historias, y la mayor parte suelen ser muy selectivos – so pena de ser ignorados o incluso borrados por otros. De modo que solo aquellos materiales en forma de artículos, vídeos realmente divertidos o fotografías impactantes tienen posibilidad de triunfar.

Como decían en Upworthy, la clave del éxito de un viral es tener mucha suerte, porque lo cierto es que no hay una bala mágica que garantice el éxito: si la hubiera, viviríamos constantemente acribillados por ellas.

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