Por @Wicho — 6 de octubre de 2016

MediaShop

Aaron Perzanowski y Chris Jay Hoofnagle, dos profesores de leyes estadounidenses, han escrito un trabajo titulado What we buy when we buy now [PDF], Lo que compramos cuando compramos ahora, en el que analizan lo que realmente estamos adquiriendo cuando compramos contenido digital en la mayoría de los sitios frente a lo que creemos que estamos comprando.

En Quartz han hecho un test para ver cuán informados estamos acerca de esto. Suponiendo que la web ilustrada arriba estuviera vendiendo El marciano en formato libro electrónico con las condiciones habituales en la mayoría de los sitios las preguntas son

  • ¿Puedo copiarlo para mi propio uso?
  • ¿Puedo venderlo?
  • ¿Puedo dejarlo en herencia?
  • ¿Puedo regalarlo?
  • ¿Puedo prestárselo a un amigo?
  • ¿Puedo acceder a él desde todos mis dispositivos?
  • ¿Me lo puedo quedar para siempre?
  • ¿Soy su propietario?

Ve a hacer el test si quieres antes de seguir leyendo.

Para cuando vuelvas: ¿has respondido que no a todas las preguntas? Porque esa es la respuesta correcta en la inmensa mayoría de los casos, aunque hay unas pocas excepciones como la música que se compra en la iTunes Store de Apple o en Google Play Music. Sólo que mucha gente parece no saberlo:

Respuestas
Porcentaje de respuestas afirmativas – y equivocadas

Y ese es uno de los grandes problemas del contenido digital: el uso de sistemas de gestión de derechos digitales se aparta totalmente de los usos sociales habituales de libros, discos y similares, llegando a extremos cuando menos irónicos como cuando Amazon borró de los Kindle de sus clientes cierta edición de 1984 de George Orwell por un asunto de derechos sobre esa edición concreta.

Cuando alguien compra un libro está comprando también el derecho a revenderlo, prestarlo, o incluso a regalarlo si quiere. Todo el mundo entiende esto.

– Jeff Bezos
defendiendo que Amazon pudiera vender libros usados

Además no sólo se aplica a contenidos digitales: como ahora muchos vehículos llevan software para controlar según qué funciones hay fabricantes que intentan hacer colar la idea de que lo que compras no es el vehículo sino una licencia para usarlo. Igual que en el caso del software. Igual que en el caso de gran parte del contenido digital que creemos comprar.

Y eso por no hablar de lo que pasa si cierra un servicio en el que hemos «adquirido» contenido de este tipo como por ejemplo sucedió con Nook en el Reino Unido: sus clientes ahora pueden acceder a la mayoría de lo que habían comprado. La mayoría, pero no todo.

Somos muy poco activistas al respecto, y yo creo que deberíamos serlo más. Y no, esta postura no quiere decir que defienda que todo tiene que ser gratis, en absoluto; de hecho compro libros con DRM en Amazon por la comodidad que me supone… Aunque luego haya formas de saltarse ese DRM.

De hecho el estudio citado arriba dice que los usuarios están dispuestos a pagar un poco más por el contenido que adquieren si de esa forma lo adquieren de verdad. Otra cosa es que la industria no quiera permitir eso y sigan empeñándose en intentar imponer sistemas DRM que no son más que un incordio que nunca evita que el contenido termine por ser copiado sin permiso y lo único que hacen es molestar a los que sí están dispuestos a pagar por esos contenidos.

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