Este artículo se publicó originalmente en Cooking Ideas, un blog de Vodafone donde colaboramos semanalmente con el objetivo de crear historias que «alimenten la mente de ideas».
Inmersos en las redes sociales, las costumbres de muchos han cambiado radicalmente en los últimos años. Conceptos nuevos como los «seguidores» (followers/fans) o las «cronologías cotidianas» (timelines/lifestream) se han añadido a las redefiniciones de otros como «amigos», que ha habido que reinventar. Incluso las normas no escritas sobre educación y comportamiento con otra gente dentro y fuera de la red se han visto alteradas. Aunque habría muchos más donde elegir, estos son tres de los aspectos que más me han llamado la atención de esta «colisión» entre la vida digital y la vida real:
- El concepto «amigo». Las redes sociales han pecado de utilizar algunos términos de uso corriente sin que en realidad esas funciones tuvieran un fiel reflejo sobre las relaciones en el MundoReal™. ¿Qué es exactamente un amigo en una red social? ¿Los conocidos también cuentan? ¿Gente que nunca se ha visto en persona? ¿Colegas del trabajo? ¿Jefes? ¿Familia? Al final lo que ha sucedido es que cada usuario entiende el término a su manera y actúa en consecuencia –lo cual da lugar a no pocos malentendidos– por lo que conviene ser cauto a la hora de entender cómo lo entienden los demás y cómo se comportan al respecto. ¿Debo añadir a mis familiares a mi cuenta de Facebook? ¿Es recomendable dejar que el jefe me siga en Twitter? ¿Quiero compartir mis vídeos de tontadas con alguien más que mis colegas más cercanos?… ¿O tendré un conflicto de narices si no acepto todo lo anterior?
- Dispersión de la atención. Que el hilo de conversaciones de decenas o cientos de amigos apuntados en la misma red genere miles de mensajes al día es más llevadero si se puede consultar en el teléfono móvil, el tablet o en la web. Lo mismo sucede con el programa de mensajería o los SMS. Pero mucha gente considera que esa atención debe ser prioritaria respecto incluso a quienes le rodean en persona, produciendo situaciones un tanto ridículas: gente que se reúne para cenar pero se pasa el tiempo tecleando en el móvil, amigos que quedan para charlar pero charlan más con quienes no están allí que con quienes sí están, reuniones donde la atención está dispersa por las conversaciones externas con el «limbo»… ¿Tiene esto solución? Alguien tuvo la ingeniosa idea de inventar los letreros de «He apagado mi teléfono por ti» como toque de atención ante esas situaciones incómodas. Mi regla social favorita: interactuar con otras personas con el móvil o el portátil mientras se está reunido es aceptable siempre que sea para hacerles partícipes de lo que está sucediendo, pero no para charlar sobre otros temas – para lo que seguro que hay un momento mejor. ¿Y cómo llamar entonces a una discusión de media hora sobre trabajo o sobre a qué huelen las nubes con unos pseudodesconocidos durante una cena con los amigos? Simplemente «Mala educación 2.0».
- Redes sociales que acercan. Uno de los fenómenos más bonitos de las redes sociales es cómo convierten momentos de soledad en una actividad casi social. Algunos ejemplos son los hilos de #temas (marcados con una etiqueta) que aparecen en Twitter los días de grandes eventos tales como partidos de fútbol, carreras de Fórmula 1, finales de tenis, incluso la última expulsión de Gran Hermano y cosas así. Uno puede vivir el evento con los «amigos» o con un enorme grupo de desconocidos, convirtiendo la soledad en algo del pasado: sólo hace falta tener el móvil o el iPad a mano. Las televisiones –y los fabricantes de aparatos de TV– se están esforzando de hecho en encontrar una forma idónea de integrar ambos tipos de contenidos. El ejemplo más impactante a este respecto, hasta el momento, para mi: la noche en que se rechazó la Ley Sinde en el congreso. Tal vez nunca algo tan aburrido como una votación de enmiendas que duró todo el día fuera seguido con tanto interés en Twitter. Además de la emoción del «espectáculo» en sí, aderezado con ingeniosos comentarios, enlaces y un poco de tensión, sirvió sin duda para que muchos descubrieran y aprendieran cómo funcionan el Congreso y el mecanismo de aprobación de leyes.
¿Qué otras costumbres cambiarán en los próximos años con la evolución de las redes sociales? Sin duda estaremos cada vez más conectados y llegará hasta nosotros más y más información. Así que no será raro que aparezcan nuevos conceptos con los que haya que lidiar. Pero bueno, al fin y al cabo… todas las costumbres cambian.
{ Foto (CC) Jeff Turner @ Flickr }