Bob Taylor en el PARC
Soy perfectamente consciente de que la Internet que disfrutamos en la actualidad es fruto del trabajo de muchísimas personas a lo largo de muchos años, pero si alguien puede optar al título de padre –al menos intelectual– de Internet, éste es Robert «Bob» Taylor.
Robert Taylor fue nombrado director de la IPTO, algo así como el departamento de informática de la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados de Defensa (conocida como ARPA en aquel entonces), en 1966. Y nada más llegar se dio cuenta de que era ridículo que fuera necesario utilizar tres terminales distintos para conectarse a otros tantos ordenadores en los que se estaban desarrollando proyectos de la agencia.
Así que se fue a ver a su jefe, Charles Herzfeld, y le propuso desarrollar una red común que permitiera conectar ordenadores de distintos fabricantes de forma estándar.
Esto, pensaba Taylor, permitiría que los investigadores que estuvieran haciendo un trabajo similar en diferentes lugares del país pudieran compartir recursos y resultados más fácilmente, lo que a su vez permitiría a la ARPA concentrar sus recursos informáticos en un par de lugares instalando allí ordenadores muy potentes a los que todo el mundo tendría acceso mediante esta red en lugar de gastar el dinero en media docena de caros ordenadores distribuidos por todo el país.
A Herzfeld le pareció una estupenda idea y prácticamente sobre la marcha asignó un millón de dólares al proyecto, que el 29 de octubre de 1969 permitía que dos ordenadores de distintos fabricantes empezaban a intercambiar mensajes a través de la red entonces conocida como ARPAnet y que fue evolucionando hasta convertirse en la Internet actual… algo que tiene muy poco que ver con el extendido mito de que el origen de Internet está en un proyecto para crear una red que pudiera sobrevivir aun ataque nuclear soviético.
Los primeros cuatro nodos de ARPANET - Cortesía de Alex McKenzie
Después de dejar la IPTO Taylor también trabajó en el desarrollo del Xerox Alto, un ordenador que si bien fue un desastre como producto comercial sirvió de inspiración a Steve Jobs y los suyos para crear el Macintosh.
Y antes que eso, mientras estaba en la NASA, financió parcialmente el trabajo de Douglas Engelbart y su equipo del Stanford Research Institute, los autores de la madre de todas las demos, que sirvió para demostrar a muchos las posibilidades de un interfaz gráfico como el que en la actualidad estamos acostumbrados a utilizar… sólo que esa demo se realizó el 9 de diciembre de 1968.
Un nombre muy poco conocido para lo que ha significado.