FlavorWire hablando acerca del Streamageddon, en el que han desparecido 1.800 películas y series de su vasto catálogo porque han caducado los acuerdos o derechos de comercialización que tenían:
Aún a riesgo de que suene infantil: se supone que esto es el futuro. Supuestamente tenemos todas esas cosas a un clic del ratón, pero en vez de eso ver películas en streaming parece que funciona al revés. Estamos retrocediendo poco a poco a un escenario en el que cada vez hay menos opciones: una clara hegemonía de los grandes títulos comerciales, menos facilidad de uso y una disponibilidad encorsetada por los planes de negocio de los medios tradicionales y la indiferencia de los contables obsesionados con los números y esos «títulos que no se ven lo suficiente».
Lo cual hace aumentar la diferencia entre lo que algunos ofrecen y el público demanda, que es muy simple: poder pagar por ver cualquier película o serie de cualquier época cualquier día y a cualquier hora sin depender de que esté programado en las emisiones de las televisiones o a merced de los arbitrarios criterios de las distribuidoras. ¿Demasiado exigente? Es que se supone que esto es el futuro.
Por no hablar de por qué algunos prefieren además tener las películas y otros contenidos en sus equipos en vez depender de que «te las guarden» otros.