Por @Wicho — 19 de febrero de 2011

Una vez más un caso contra una web de enlaces se resuelve con la absolución de los procesados, en este caso los responsables de FenixP2P, tal y como se puede leer en la sentencia del Juzgado de lo Penal Nº 1 de Barakaldo publicada por Bufet Almeida.

Como es habitual en estos casos la sentencia menciona que los enlaces son la base del funcionamiento de Internet y que no se puede concluir que enlazar cualquier tipo de archivo, incluidos aquellos sometidos a derechos de autor, encaje en nunguna de las conductas recogidas en el 270 del Código Penal.

Hace además referencia a la Ley Sinde, resucitada en el Congreso por PSOE, PP y CiU, y dice que dependiendo de como desarrolle su reglamento el concepto de «servir» contenidos la cosa podría cambiar, aunque también dice, textualmente, que «en este momento, debe insistirse, cuando además en la citada Ley se prevé que la retirada voluntaria y prematura de los contenidos de una web ponga fin incluso anticipadamente al procedimiento iniciado, no parece tampoco ni razonable, ni justo, ni proporcional, el dotar de trascendencia y consecuencias penales a la conducta ahora objeto de análisis.»

Lo más relevante de este caso, de todos modos, es que por primera vez un juicio a un sitio de enlaces por la vía penal lega al final de su proceso, pues en casos anteriores los jueces ya habían optado por su archivo antes de la celebración del juicio.

Y el juez vuelve a darle la razón a los que defienden que enlazar no puede ser considerado un delito.

De ahí el interés, reconocido ya por políticos como Jose María Lassalle, en quitarse a los jueces de en medio en este tipo de procesos.

Citando a David Bravo, quien ha llevado la defensa de muchos casos de este tipo:

La industria del copyright movió un dedo y se enviaron cartas advirtiendo de acciones legales. Cuando las cartas se ignoraron, la industria movió un dedo y se interpusieron las acciones judiciales. Cuando los jueces resolvieron en favor de denunciados y demandados, la industria movió un dedo y se recurrieron las resoluciones. Cuando volvieron a perder en los juzgados, la industria movió un dedo y desaparecieron los jueces.
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