Este artículo se publicó originalmente en Cooking Ideas, un blog de Vodafone donde colaboramos semanalmente con el objetivo de crear historias que «alimenten la mente de ideas».
Aquí el que no corre, vuela, y estamos en Internet donde esos que vuelan lo hacen a la velocidad de la luz. Sobre todo cuando se trata de ganar dinerito y aprovecharse de oportunidades mediante picarescas que oscilan entre el anda, qué salao y la simple y pura estafa. La lista de estos «pícaros voladores» sería casi interminable, pero he seleccionado un par de ejemplos relacionados con las tiendas de Internet: cómo burlar los «sistemas de recomendaciones» que ofrecen muchas de ellas.
La idea básica funciona un poco como todo el mundo conoce en relación a los libros de papel: si un libro es bueno y se vende, aparecerá en las listas de superventas, el mejor escaparate posible. Y al ganar visibilidad en la lista de superventas, se venderá más todavía. Y como se venderá más, aparecerá en la lista de… superventas. Entrar en ese círculo virtuoso es una de las efectivas formas de triunfar para cualquier producto. Muchos lo logran por méritos propios de forma natural; otros mediante técnicas de marketing tradicionales y los que no saber hacer otra cosa… recurren a los truquis.
Amazon
La popular tienda/librería es uno de los mayores comercios del mundo; vender allí los productos y que la operación salga bien garantiza pingües beneficios. De hecho hay autores que ganan más con las comisiones de ventas directas de sus libros si los promocionan bien que con la miseria que les pagan las editoriales. Desde sus comienzos, hordas de pícaros han intentado manipular el sistema de tops y recomendaciones del gigante del e-commerce. La última moda ha sido la manipulación de las ventas de libros electrónicos.
Un tipo llamado Thomas Hertog publicó un libro electrónico titulado The Day the Kindle Died en el que explicaba cómo se podía llevar un título en unos pocos meses al número uno de la lista de superventas en cualquier categoría. Él eligió «finanzas personales», una de las más populares, donde puso a la venta su otra obra, Wealth Hazards.
El sistema era absurdamente sencillo: comprar sus propios libros, votar por ellos y escribir reseñas favorables: algo que permite Amazon una vez a cada comprador. Hertog se compró su propio libro 173 veces, se votó a sí mismo 108 veces y escribió 42 magníficas reseñas sobre la obra. El resultado es que por 400 euros y con un poco de paciencia llegó a estar en la lista de libros con mejores calificaciones y de ahí a ser uno de los superventas, por encima de autores mucho más conocidos. En realidad, tan solo había habido 32 ventas «reales» (el resto fueron para sí mismo). En esta historia no se sabe cuántos libros vendió Hertog finalmente, pero cabe suponer que muchos; tantos que cuando explicó la historia en su segundo libro… Amazon decidió borrar todas las reseñas falsas para despojarlo de su injusta ventaja.
App Store
En esa nueva mina de oro llamada App Store de Apple, las aplicaciones para iPhone y iPad que se venden normalmente por unos pocos euros pueden llegar a alcanzar cifras respetables de ventas si tienen buena aceptación entre el público: dicen que un juego normalito puede ingresar entre 3.000 y 6.000 euros. Pero para los usuarios, encontrar las aplicaciones más interesantes no siempre es fácil –hay decenas de miles en el catálogo– y muchos recurren a la opción más cómoda: ver qué se vende… en la lista de superventas.
Originalmente los truquis de la App Store eran meramente ingeniosos y más propios de fontaneros que empiezan por la letra A o de expertos en optimización para buscadores más que otra cosa: usar palabras clave de otros juegos de moda; actualizar las apps con cualquier detalle insignificante para poder saltarse las restricciones de Apple, que vigila menos las trampas si las aplicaciones ya han sido aprobadas previamente, etcétera.
En la App Store, uno de los trucos usados para colocar aplicaciones en las listas de superventas resultó también tan trivial como ingenioso: ofrecer primero la aplicación como gratuita, para ponerle precio una vez ha llegado a los tops. De este modo, un juego podía alcanzar cierta popularidad en la lista de juegos gratuitos para de repente ¡zas! pasar a venderse por 2,99 euros manteniendo esa misma popularidad… pero en la lista de juegos de pago. «Si tanta gente paga por este juego, debe ser que es buenísimo». Otro que picó. Y un paso más para que esa aplicación entre en el círculo virtuoso de las superventas.
{Foto: Soo Many Ways (CC) FallWithMe @ Flickr}