Por @Alvy — 30 de septiembre de 2019

El vídeo explicativo de The Spinner [¡cuidadín!] es tan inquietante como perturbador: un servicio que ofrece influenciar subconscientemente a la persona que elijas mostrándole contenido en los sitios que suela visitar. Dicho así suena un poco peliculero, pero luego explican cómo lo hacen y más o menos todo encaja: envían un «correo inocente» a la persona objetivo, que al visitar una web recibe una cookie que permite identificar su navegación a partir de ese momento. Desde entonces los sitios web que visite que colaboren con The Spinner (por ejemplo, mostrando publicidad, contenidos patrocinados, publicidad programática y similares, algo ubicuo hoy en día) mostrarán selectivamente imágenes y textos personalizados sólo a esa persona con el fin de lograr el objetivo definido.

Entre los diversos «posibles usos» altamente controvertidos del servicio se incluyen «proponer matrimonio», «dejar de fumar» o «iniciar una relación sexual». También muestran algunas de las sugerentes imágenes y textos (estilo titulares guarripeich como los que lees cada día por todas partes) con los que explican que se consigue el efecto. Es algo bastante burdo pero directo al grano. Se supone que todos estamos expuestos a miles de impactos de este tipo al día a través de los medios, y que verlo –aunque sea subconscientemente– diez, veinte, cincuenta o cien veces al cabo de unos días debería influir de algún modo.

The Spinner no es una broma ni del todo falso: es una iniciativa real, con una empresa detrás, que ofrece el servicio básico por unos 50 dólares. Otra cosa es que funcione. Y otra que sea legal, por no hablar de ético. Según investigó Ipsa en Hacker News todo lo que hay detrás es bastante turbio: la empresa tiene enlaces con el mundo de la publicidad y el juego online, un origen incierto, varias sedes, unos pocos empleados y no muchos clientes (calculan que unos 500). La mayor parte parecen perseguir además fines sexuales: se ve que «la cabra tira al monte» y la más vieja razón del mundo acaba siendo más habitual que el espionaje industrial o las ganas de quitarse de vicios como el tabaco voluntariamente. El servicio además estaría prohibido en Europa por las leyes de protección de datos.

Por otro lado sabemos que la publicidad subliminal es una leyenda urbana, pese a que irónicamente luego también es ilícita en España según los artículos 3 y 4 de la Ley General de Publicidad:

Artículo 4. Publicidad subliminal. A los efectos de esta ley, será publicidad subliminal la que mediante técnicas de producción de estímulos de intensidades fronterizas con los umbrales de los sentidos o análogas, pueda actuar sobre el público destinatario sin ser conscientemente percibida.

Más claro agua. La Ley también podría decir que es ilegal el control mental y la tortura a distancia desde satélites espía pero eso no haría reales las «armas psicotrónicas» (!!??), imagino que se entiende con esto que ilegalizar algo no le da validez científica.

Todo este asunto de The Spinner se relaciona con la manipulación publicitaria de masas; véase al respecto el altamente recomendable libro de Marta Peirano El enemigo conoce el sistema. Se mencionan siempre casos como el Cambridge Analytica y su influencia en la victoria de Trump o el resultado de la consulta británica sobre el Brexit. Pero no hay que creerse todo lo que se dice en artículos y documentales, y menos lo que dicen las propias empresas rarunas:

No hay pruebas de que Cambridge Analytica sea eficaz (…) Lo que sabemos sobre microtargeting nos dice que no es muy poderoso a la hora de persuadir votantes. – Kiko Llaneras

El caso es que tampoco está claro si esa «tecnología mágica» para manipularnos como a conejillos pudiera ser más, menos o nada efectiva si se dirige a una persona en concreto, con mensajes a medida y con la intensidad y repetición suficiente. Sus creadores no dicen que «funcione siempre» sino que prefieren calificarla como «altamente efectiva». Y si no funciona además la gente tampoco se va a quejar mucho, dado los fines turbios para los que suele usarse. Yo desde luego no arriesgaría mi dinero ahí. Ni para ligarme a Claudia Shiffer. Me huele más a timo.

Más sobre el tema en otros sitios serios:

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