Independientemente de que los motivos que llevaron a Google a almacenar información recogida de redes wifi abiertas por los coches que recorren el mundo tomando las imágenes para su servicio Street View - en el que se pueden ver fotos a pie de calle- fueran buenos, parece claro que no ha sido una buena idea.
Por un lado, deberá enfrentarse a las diversas demandas interpuestas, que tendrán consecuencias distintas según el marco legal vigente en cada país, aunque parece que lo peor que puede pasarle es que quizá tenga que pagar algunas multas, lo que sospecho que, económicamente, no va a ser un problema.
Por otro lado, y esto es quizá peor para una empresa que cultiva una imagen de «buen rollo» como Google, su imagen será la que se vea perjudicada, algo que cuesta más arreglar.
Pero no hay que olvidar que lo que hizo Google podría incluso no ser ilegal en algunas jurisdicciones, ya que todo lo que hizo fue grabar datos que circulan en unas ondas que cualquiera que pase por la calle puede captar sin, según han dicho, tan siquiera utilizarlos después.
Esto es un poco como si nos quejamos de que cualquiera que pase por la calle pueda grabar una conversación que estamos manteniendo o, si como yo mismo he visto hacer, le pasamos por teléfono a alguien nuestro usuario y clave de Tuenti sin tener en cuenta que cualquiera que esté oyéndolos puede tomar nota de ellos.
Si la información es sensible o confidencial, nos corresponde a nosotros el tomar medidas para por lo menos ponerle alguna dificultad al que la quiera interceptar. ¿O es que normalmente dejamos la puerta de nuestras casas abiertas de par en par o nuestros coches aparcados con la llave puesta? Pues eso.
{ Publicado originalmente en La Voz de Galicia, donde colaboramos habitualmente }