Esta página salió en la edición del domingo pasado de La Voz de Galicia, diario en el que nos han fichado como colaboradores para publicar una página sobre tecnología, ordenadores, Internet y esas cosas en la sección de Sociedad.
El peligro de estar «en la nube»,
La Voz de Galicia 1 e marzo de 2009.
Depender de servicios que solo funcionan a través de Internet es un problema si estos caen o modifican sus condiciones. ¿Podemos dejar nuestros datos en las webs?
Siempre decimos que en Internet las distancias y la ubicación geográfica de cada uno es irrelevante, pero hace unos días una actualización del software de Gmail que tenía como objetivo hacer que los correos de cada usuario quedaran almacenados en un servidor lo más cercano posible a este -lo cual tiene bastante sentido desde el punto de vista técnico- hizo que durante unas dos horas y media prácticamente todos los usuarios se quedaran sin acceso al popular servicio de correo electrónico.
Naturalmente esta caída fue noticia en Internet vía Twitter, blogs y correos electrónicos (que no fueran de Gmail, claro), e incluso en los medios tradicionales, tanto por lo poco habitual como por el número de usuarios que se vieron afectados. No solo usuarios domésticos, sino empresas que gestionan su correo electrónico mediante los servicios de Google, o la propia compañía del buscador, que también lo usa, se quedaron en esta situación.
Un parón así puede ir de ser simplemente molesto para un usuario particular -o un gran susto si la única copia de su tesis está almacenada en un correo de Gmail- a un verdadero problema para una empresa que durante unas horas no pueda usar el correo electrónico. En cualquier caso es un ejemplo de cómo quizá estamos empezando a depender demasiado de un acceso a Internet y a unos servicios que nadie nos garantiza que vayan a estar ahí el 100% del tiempo, ni que no vayan a ser cerrados en un momento dado sin que podamos hacer nada o prácticamente nada.
Y es que al darnos de alta en cualquier servicio, uno de los pasos necesarios es el de aceptar las condiciones de prestación del mismo, pero, igual que en el mundo real, raramente las leemos, si es que las leemos alguna vez, y por lo general están redactadas muy a favor de la empresa que lo presta.
Tampoco hay que olvidar que a menudo estos servicios de la tan manida Web 2.0 están en beta, esto es, en pruebas, con lo que las posibilidades de que se pierdan datos sin posibilidad de recuperarlos no son desdeñables, como de hecho le sucedió al servicio de almacenamiento de favoritos Mag.nolia a finales de enero.
En el caso del citado fallo de Gmail, por ejemplo, Google ha anunciado que compensará a los clientes de Google Apps Premier Edition, una opción de pago dentro del servicio, con quince días de servicio gratuito, pero la empresa está siendo más generosa de lo que las condiciones del servicio requieren, aunque es fácil ver que les compensará hacer esto para recuperar la confianza y la buena fe de sus usuarios.
Titularidades dudosas
Por otro lado, otro tema en el que a menudo no pensamos, si es que lo hacemos alguna vez, es en el de qué pasa con la titularidad de la información que compartimos en Internet una vez que esta queda albergada en uno de estos servicios. Facebook, sin ir más lejos, tuvo que sufrir hace unos días la airada reacción de muchos de sus usuarios al intentar modificar las condiciones de uso de tal forma que todos los afiliados le concedíamos una licencia irrevocable para básicamente hacer lo que quisieran con nuestros contenidos subidos a la red social, incluso en el caso de decidir cancelar nuestra cuenta en Facebook. Al final tuvieron que dar marcha atrás con esa modificación, pero ni con mucho Facebook es el único servicio con unas condiciones de uso similares ni, como decía antes, estas son extraordinarias en este entorno.
De hecho, Tuenti, tristemente en el candelero durante las últimas semanas por el uso que muchos medios han hecho para obtener fotos y datos de Marta del Castillo, la joven asesinada en Sevilla, y de sus compañeros, amigos y presunto asesino, tiene unas condiciones similares en las que resulta que esas fotos, una vez subidas al servicio, son de Tuenti y no de sus autores.
Incluso cuando la autoría del material queda en manos de quien debe quedar pueden darse situaciones cuando menos incómodas. En Flickr, por ejemplo, la titularidad de las fotos y vídeos subidos al servicio es siempre de su autor, pero todos los datos adicionales que se les pueden añadir como son las descripciones, etiquetas (tags), geolocalización, los comentarios de los otros usuarios y similares, quedan almacenados en los servidores de Flickr y el usuario no tiene forma de descargárselos para tener una copia de seguridad.
Y en Flickr tienen la curiosa tendencia de borrar las cuentas de usuario cuando deciden que este se ha saltado de alguna forma las famosas condiciones de uso del servicio sin forma de deshacer el borrado, por sorprendente que parezca, con lo que toda esa información extra se pierde.
Así que todo esto de que el ordenador es cada vez menos un cacharro que tenemos en casa y cada vez más algo que pasa en la Red - en la nube , que se dice ahora- está muy bien, pero no hay que olvidar tener siempre que sea posible copias de seguridad de todo en nuestro ordenador por si acaso.
Recuerde que, como decíamos hace algunas semanas, solo hay dos tipos de usuarios de ordenador: aquellos que ya han perdido datos y aquellos que los van a perder.
- La vida social se va a Internet, la página de la semana pasada.
- Cuando el ordenador está en la Red, otra página sobre este tipo de servicios.
- Datos a buen recaudo, sobre las copias de seguridad.