Esta página salió en la edición del domingo pasado de La Voz de Galicia, diario en el que nos han fichado como colaboradores para publicar una página sobre tecnología, ordenadores, Internet y esas cosas en la sección de Sociedad.
Veinte años de telaraña global,
La Voz de Galicia 29 de marzo de 2009.
La creación de la World Wide Web en 1990 originó una revolución que ha puesto el mundo a nuestro alcance
En marzo de 1989 Tim Berners-Lee, que entonces trabajaba en el CERN (Consejo Europeo para la Investigación Nuclear), retomaba una idea que se le había ocurrido años antes en una anterior estancia en ese centro para crear un sistema que permitiera a los científicos que trabajaban allí intercambiar información acerca de sus investigaciones de forma más efectiva y sencilla.
La idea era actualizar Enquire, que era una base de datos personal que Berners-Lee había diseñado de tal modo que cada de una de las páginas que contenía tenía que estar enlazada con otra, para que pudiera funcionar a través de Internet -el CERN era en aquel momento el mayor nodo de esta en Europa-, de tal modo que el sistema permitiera ir enlazando páginas de información mediante los llamados hipervínculos, a los que hoy en día conocemos mejor como enlaces. El objetivo era que estas páginas de información entrelazadas, también conocidas como hipertexto -aunque hoy en día no solo incluyen texto-, pudieran estar en cualquier ordenador que estuviera conectado a Internet de una forma transparente para el usuario, que solo tiene que ir escogiendo qué enlaces quiere seguir sin preocuparse de en qué ordenador está la información que está pidiendo.
Esta primera propuesta obtuvo el visto bueno de Mike Sendall, su supervisor, pero no encontró demasiado apoyo en la institución, y no sería hasta noviembre de 1990, tras presentar una propuesta revisada con la ayuda de Robert Cailliau, cuando el proyecto se pondría realmente en marcha.
En diciembre de ese año ya estaba escrito todo el software necesario para que la World Wide Web, el nombre que Berners-Lee había escogido para el sistema, funcionara, aunque en ese momento solo lo hacía en ordenadores NeXT. Sería Nicola Pellow, una estudiante que colaboraba en el proyecto, quien escribiría un navegador que permitía desplazarse por la Web y que funcionaba en prácticamente cualquier tipo de ordenador.
A partir de ahí, entre otras cosas gracias a que el CERN nunca quiso cobrar nada por el uso del software necesario para hacer funcionar la Web, el proyecto fue ganando impulso según lo fueron descubriendo otras personas e instituciones, y hoy en día es sin duda el servicio estrella de Internet; tanto, que para muchas personas la World Wide Web es sinónimo de Internet, aun cuando esta tiene muchos servicios aparte, tan interesantes o más, como pueden ser el correo electrónico, la transferencia de archivos, la telefonía o la televisión, etcétera.
Precursores
Por muy moderna que nos parezca aún hoy en día, la idea de Tim Berners-Lee puede trazarse hacia atrás en el tiempo a otras propuestas como el Proyecto Xanadú de Ted Nelson, que, aunque empezó a mediados de los setenta como un sistema para ir manteniendo distintas versiones de documentos enlazadas entre sí, gracias a la creciente popularización de las redes de ordenadores fue replanteado como un sistema de gestión de información enlazada, un «docuverso» en palabras del propio Nelson.
Aún antes que Xanadú estaría el oNLine System, el sistema desarrollado por Douglas C. Engelbart y su equipo del Augmentation Research Center del Instituto de Investigaciones de Stanford, que fue protagonista en diciembre de 1968 de la que hoy es conocida como «la madre de todas las demos», un sistema que ya entonces utilizaba un ratón, texto interactivo, videoconferencia, correo electrónico e hipertexto, y que sin duda sembró muchas ideas en las mentes de los que vieron aquella presentación.
Y, yendo más atrás en el tiempo, nos encontramos con el artículo As we may think, de Vannevar Bush, publicado en 1945 en la revista The Atlantic Monthly, en el que el autor habla del memory extender, que él mismo bautiza como Memex, un sistema que ya maneja la idea del hipertexto y de la información enlazada y compartida en una red de memex conectados entre sí, aunque el sistema estaba basado en microfichas, la tecnología disponible en aquel momento.
Incluso cabría citar las ideas del belga Paul Otlet, quien antes de la Segunda Guerra Mundial ya hablaba de una gran red de conocimientos con documentos convenientemente enlazados, motores de búsqueda, acceso remoto a esta red, e incluso de conceptos curiosamente similares a las actuales redes sociales, aunque su trabajo cayó prácticamente en el olvido a causa de la guerra y no ha sido sino hasta hace muy poco cuando ha vuelto a ser objeto de reconocimiento.
El futuro
Cuando Tim Berners-Lee comenzó a pensar en la World Wide Web, su visión incluía la posibilidad de que cualquiera pudiera publicar fácilmente contenidos y también realizar anotaciones y aportaciones en los contenidos de otros, algo que, si bien al principio no era tan fácil como Berners-Lee hubiera deseado, en los últimos años se ha ido concretando en la llamada Web 2.0, en la que los contenidos generados por los usuarios son los protagonistas.
De todos modos, aún queda una parte muy importante de la visión de sus creadores por materializarse, que es la llamada web semántica, en la que los ordenadores sean capaces de analizar los datos existentes en la web y «entenderlos», así como la relación existente entre ellos, de tal forma que entonces serían capaces de ayudarnos y sugerirnos cosas, haciendo reales por fin los «agentes inteligentes» de los que se viene hablando desde hace años.
- Las P2P, en el punto de mira, la página de la semana pasada.
- La revolución de los usuarios, más sobre los contenidos generados por los usuarios.