Por @Alvy — 15 de Septiembre de 2005

La revista Wired de Agosto pasado titulaba 10 Años que Cambinaron el Mundo, conmemorando salida a bolsa de Netscape, hito que marcó un época.

Kevin Kelly, uno de los primeros editores de la revista, repasa en un We Are The Web esos últimos diez años, sobre todo haciendo énfasis en lo diferente que eran algunas cosas en 1995 (e incluso antes) y la cortez de miras de muchos expertos y visionarios sobre cómo sería Internet a día de hoy. Para ello, Kelly ha tirado de archivo de revistas de la época y compuesto un recuerdo impresionante.

El artículo es totalmente recomendable - y apasionante a medida que entra en la descripción de lo que ha sucedido y la interpretación metafísica de lo que es hoy Internet y lo que puede ser en el futuro. Así que he traducido algunos de los puntos que más me llamaron la atención:

A finales de 1994, la revista Time explicaba por qué Internet nunca sería algo importante: «No está diseñada para que comercie en ella, y no resulta fácil para las empresas que quieren empezar allí.» Newsweek ponía más duddas todavía en febrero de 1995 con el titular: «INTERNET? BAH!» con un artículo del astrónomo Cliff Stoll cargado de escepticismo.

El miedo a la comercialización [de Internet] era latente entre los técnicos de Internet más tradicionales: los programadores, fans de Unix, del TCP/UP y los informáticos voluntarios que hicieron que la red pudiera funcionar en un principio. La mayor parte de los administradores de sistemas consideraban que su trabajo era algo noble, un regalo para la humanidad. Veían Internet como algo para el bien común, no algo que acabara engullido por la avaricia de la comercialización. Es difícil de creer hoy en día, pero hasta 1991 hacía reglas que prohibían de forma estricta la utilización comercial de Internet. Incluso después de 1991, las reglas favorecían a las instituciones públicas e intentaban evitar «el uso extensivo para fines privados o negocios personales» (...) No fue hasta mayo de 1995 cuando la NSF abrió finalmente la Red a las puertas del comercio electrónico, y la élite geek comenzó a relajarse.
El alcance de la Web es hoy en día difícil de abarcar. El número total de páginas, incluyendo aquellas a las que se puede acceder bajo petición y las de documentos a los que se llega a través de enlaces, es de más de 600.000 millones. Eso son más de 100 páginas por cada persona viva en el planeta. ¿Cómo ha sido posible crear tanta información, tan rápido y tan bien? En menos de 4.000 días hemos codificado medio billón de versiones de nuestra historia colectiva y las hemos puesto al alcance de 1.000 millones de personas, una sexta parte de la población mundial. Este logro sin parangón no estaba en el «plan a diez años» de nadie.
Ningún fenómeno Web ha sido más sorprendente que el del blogging. Todo lo que los expertos sabían sobre las audiencias (y sabían mucho) confirmaba en las encuestas que el «público» nunca movería el culo para crear su propio entretenimiento. Todo el mundo sabía que escribir y leer eran «algo muerto»; que era complicado crear música, puesto que era mucho más fácil sentarse y escucharla; que la producción de vídeo estaba simplemente fuera del alcance de los aficionados. Los blogs y otro tipo de medios participativos nunca iban a existir, o si lo hicieran nunca alcanzarían una audiencia importaba, si es que llegaban a tener alguna. Vaya sorpresa ver de repente surgir desde entonces unos 50 millones de blogs, con un nuevo naciendo cada dos segundos.
El destino de la Web: un Sistema Operativo para un Mega-Máquina que engloba toda la Internet (...) En la próxima década evolucionará hasta formar parte integral no sólo de nuestros sentidos sentidos y cuerpos sino también de nuestras mentes. Hoy en día, esa Máquina es prácticamente como un ordenador con funciones de alto nivel, que opera una velocidad de reloj similar a la de cualquier PC. Procesa un millón de correos electrónicos cada segundo, de modo que el email es como si «corriera» a 1 MHz. La mensajería instantánea corre a 100 KHz, los SMS a 1 Khz. La RAM total de la máquina son unos 200 terabytes. En un segundo determinado, pasan unos 10 terabits a través de su backbone principal, y cada año genera unos 20 exabytes de datos. Es un «chip» distribuido con 1.000 millones de PCs activos, que es como el número de transistores de un PC cualquiera.
Este ordenador de tamaño planetario es sólo comparable en complejidad al cerebro humano. Ambos tienen sinápsis a modo de neuronas (...) El cerebro humano tiene unas 100 veces más que la Internet actual. Pero los cebreros humanos no duplican su tamaño cada pocos años. La Máquina, sí.
Sólo hay un momento en la historia de cada planeta en que sus habitantes hacen funcionar esas innumberables piezas de una Máquina tan grande. Luego, la máquina puede funcionar más rápido, pero sólo hay un momento en el tiempo que marca el nacimiento de esa Máquina.

Tu y yo estamos vivos en ese momento.

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