Por @Alvy — 5 de octubre de 2019

Si no sabes lo que fue la videoconsola Halcyon no eres ningún bicho raro: se produjeron y vendieron tan pocas en 1985 que cabían en una habitación; quizá unas pocas docenas. Era un sistema carísimo (2.500 dólares) y avanzado para la época, con reconocimiento de voz y laserdisc. Su creador: Rick Dyer (RDI), un diseñador de videojuegos que también fue quien estuvo detrás –de Don Bluth– de la creación de Dragon’s Lair (1983), al que está dedicada la primera parte del vídeo.

Este documental histórico de H. Bombergy cuenta un poco toda esa historia, en especial la creación de Dragon’s Lair y lo que supuso de revolución para unos videojuegos en lo que lo más llamativo hasta el momento había sido Super Mario Bros. De Dragon’s Lair existieron varias secuelas, así como Space Ace (1984), una aventura espacial. Juegos simples pero sumamente llamativos, que impactaron en su día pero desaparecieron igual que habían llegado. Como dice en algún momento «creados por gente que supo imaginar lo que sería el futuro, pero que era imposible crear entonces».

Dragon’s Lair

En la Halcyon el mayor atractivo era Thayer’s Quest (1984), una historia interactiva al estilo El señor de los anillos creada para aprovechar el nuevo sistema, aunque no por animadores de la talla del equipo de Dragon’s Lair. Todo el negocio se fue a pique antes de que se pusieran en venta las primeras decenas de unidades, pero los materiales originales siguieron rondando por ahí y aparecen de vez en cuando en eBay. En el documental se localiza un CD-ROM con una versión jugable, que no es gran cosa pero que da una idea de cómo eran esos «videojuegos innovadores». En realidad eran más parecidos a los libros de Elige tu propia aventura, pero fueron la semilla para otros videojuegos actuales o interactivos como el reciente Bandersnatch de Netflix.

Hoy en día es posible jugar a Dragon’s Lair, Space Ace y otros juegos de este estilo recuperados en versiones para ordenadores y consolas modernas, móviles y demás. Pero también se puede jugar con emuladores e imágenes (virtuales) de los laserdisc originales. ¡Larga vida al laserdisc!

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