Como nos recuerda Karl Smallwod de Today I Found Out, todo aquel que haya experimentado ese gran momento de dolor instantáneo que se produce al pisar piezas de Lego con los pies descalzos sabrá que es «sólo comparable a que te claven en el pie un cuchillo untado en veneno de avispas».
El asunto no es baladí, y provoca un miedo a caminar descalzo por las casas en las que hay niños sueltos jugando con Legos, quizá porque las plantas de los pies son unas de las superficies más sensibles de nuestro cuerpo, junto con los labios, las manos y los genitales.
En el vídeo se muestran algunos cálculos y algunas de la razones físicas de este gran dolor. Lo primero es que las piezas de Lego son tremendamente sólidas; las más normales (2×2) pueden soportar unos 432 kilos de peso antes de comprimirse: así que un pie delicado tiene todas las de perder en el enfrentamiento. Dicen que los Legos son son el tipo de objeto ultra-sólido que uno no se espera encontrar tirado en el suelo de una casa.
Según los cálculos físicos, incluso sin ejercer una fuerte presión –simplemente estando de pie– una persona de 75 kilos ejerce unos 3 millones de pascales de presión sobre la superficie de una pieza de 2×2M; por compararlo con algo: unas 32 veces la presión atmosférica. El resto del pie (y el otro pie, con suerte) acabará «rodeando» la pieza, que por su estructura es prácticamente indeformable. Pero la colisión es algo demasiado doloroso como para que no afecta a la que es una de las zonas más sensibles del cuerpo. ¡Cuidado al caminar por donde hayan estado los niños!