Breaking Through: My Life in Science. Por Katalin Karikó. Crown (10 de octubre de 2023). 336 páginas.
Cuando el 2 de octubre de 2023 el Instituto Karolinska anunció la concesión del Premio Nobel de Medicina a Kasalin Karikó y Drew Weissman por sus descubrimientos que permitieron el desarrollo de vacunas eficaces de ARNm contra el COVID-19 a la Universidad de Pensilvania le faltó tiempo para presumir de ello… al mismo tiempo que intentaba pasar por alto que a ella la habían terminado por obligar a dejar la universidad por considerar que no tenía calidad como para formar parte de su profesorado.
De hecho para cuando ganó el premio hacía diez años que trabajaba en BioNTech como vicepresidenta, dónde sí se la tomaron en serio a ella y a sus investigaciones.
Este libro es su autobiografía, que va desde su nacimiento en Kisújszállás, una pequeña ciudad húngara, hasta que empieza a ganar reconocimientos, homenajes y premios a lo largo y el ancho del mundo por habernos salvado la vida y el culo. Aunque, curiosamente, no incluye lo del premio nobel porque el libro salió a la venta el 10 de octubre, apenas una semana después de que se lo concedieran, con lo que no hubo tiempo de cambiarlo. Al menos no en la primera edición. Tampoco cubre su retorno como profesora a la Universidad de Szeged, su alma mater.
Un tema constante a lo largo del libro es la importancia que le da al esfuerzo. Ella no se considera brillante, ni nació en las mejores circunstancias: su padre era carnicero –represaliado por el régimen comunista– y su madre administrativa. En su niñez no había agua corriente en su casa y tampoco inodoro. Pero siempre estuvo dispuesta a echarle horas a los estudios. También agradece profundamente a quienes le dieron clase antes de la universidad por haberle inculcado una buena dosis de curiosidad y por, en general, haber creído en sus posibilidades.
Esfuerzo y voluntad que también le sirvieron de mucho cuando decidió emigrar a los Estados Unidos cuando el centro en el que trabajaba en su país se quedó sin financiación. Y luego en los aproximadamente veinte años que estuvo en la Universidad de Pensilvania dónde, una vez tras otra, no valoraron su trabajo. De hecho llegó a aceptar lo que a todos los efectos fueron bajadas de categoría laboral con tal de poder seguir investigando en su campo. Claro que, a toro pasado, es muy fácil hablar de la importancia del trabajo de Karikó y Weissman.
Aunque cuidado, ella misma reconoce que por su carácter quizás tampoco es la mejor persona para haber sabido navegar las necesidades y requisitos de una universidad dónde el «publica o perece» impera; para ella, o eso dice, siempre fue más importante que sus resultados fueran correctos que la cantidad de papers que producía. Y quizás tampoco es –o era– la persona con mejor carácter a la hora de tratar con personas que ella percibía que no lo estaban dando todo en el trabajo.
En cualquier caso, y afortunadamente, la historia termina bien.
No me ha parecido un libro apasionante, aunque curiosamente me enganchó porque cuenta las cosas de una forma que me ha parecido muy honesta, en especial en la parte que supone una crítica de cómo funcionan –o no– las universidades-.También me ha gustado lo que cuenta de su vida –y la de su marido y su hija– como inmigrantes. Es un tema que para un gallego es inevitablemente interesante.
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