Operación Castigo: Objetivo: las presas del Ruhr, 1943. Por Max Hastings. Editorial Crítica (10 de noviembre de 2021). 379 páginas.
En la noche del 16 al 17 de mayo de 1943 un total de 19 bombarderos Lancaster del 617º Escuadrón de la RAF partieron de su base en el Reino Unido con el objetivo de atacar hasta seis presas de la cuenca de Ruhr. Para la mañana siguiente se habían perdido ocho de esos aviones con el fallecimiento de 53 de sus tripulantes y la captura de otros tres.
Pero las presas del Möhne y del Eder habían sido destruidas, mientras que la del Sorpe apenas había sido ligeramente dañada. Así que la misión se consideró un gran éxito y de ella el 617 recibió su nombre: The Dambusters, Los revientapresas.
Este libro cuenta el origen de la misión –las autoridades británicas ya le tenían echado el ojo a las presas de la cuenca del Ruhr antes de que empezara la Segunda Guerra Mundial– y cómo fue posible llevarla a cabo gracias a los estudios de A.R. Collins, a quien se le ocurrió la forma en la que podrían ser destruidas, y al desarrollo de las bombas de rebote que aplicaron el método de Collins –básicamente una explosión debajo del agua muy próxima al muro de la presa– por parte del ingeniero Barnes Wallis.
Habla también de la formación del 617º Escuadrón y de su entrenamiento –empezaron a entrenar sin que estuvieran listos los Lancaster especiales necesarios para llevar sus bombas especiales– y de las personas que lo formaban. Pone especial énfasis en el comandante de Ala Guy Gibson, quien estaba al mando, un líder no muy apreciado pero que tenía fama de conseguir hacer cosas. Y es una especie de milagro que consiguieran hacer nada aquella noche porque apenas un par de semanas antes de la misión las bombas aún no estaban listas.
El Lancaster de Gibson con su bomba de rebote – RAF
Otro tema sobre el que profundiza bastante es la justificación –o no– de la misión por la cantidad de personas que fallecieron aquella noche –unas 1.600— víctimas de las riadas producidas por las rupturas de las presas del Möhne y del Eder. Y es que había estudios que afirmaban que si bien la ruptura de la presa del Sorpe habría causado grandes problemas al esfuerzo bélico alemán la de otras presas tendía efectos no despreciables pero sí menores; y de hecho así fue: para septiembre el daño estaba reparado, entre otras cosas porque la RAF no volvió a atacar nunca las presas rotas aunque fuera para hostigar el proceso de reparación.
Eso sí, desde el punto de vista de la propaganda la misión fue un grandísimo éxito, ya que fue vendido como que por primera vez las fuerzas armadas británicas pasaban a tomar la iniciativa en los ataques contra Alemania.
En fin, que me ha parecido un libro muy interesante sobre una de las misiones aéreas más míticas de la Segunda Guerra Mundial y, probablemente, de todos los tiempos.
Hay una película de 1955 sobre la misión que en su momento también fue un gran éxito y que me dispongo a ver. Así podré decir aquello de «pues me gustó» más el libro. O no.
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