Por @Alvy — 30 de noviembre de 2007

5 estrellas: inspirador y muy divulgativo Decoding the Universe: How the New Science of Information Is Explaining Everything in the Cosmos, from Our Brains to Black Holes. Charles Seife. Inglés. 298 páginas.

Apasionante este libro que desarrolla muchas de las ideas de la Teoría de la Información en el que el autor es capaz de explicar cosas realmente extrañas y complejas de una forma totalmente divulgativa y entretenida.

Tras una apertura acongojante en los primeros párrafos del primer capítulo, la aventura comienza por la parte histórica que es bien conocida por los estudiantes de informática y telecomunicaciones: algunas historias sobre criptografía, las definiciones de información y el papel de los canales de comunicación y personajes históricos como Claude Shannon, Turing o Von Neumann, incluyendo alguna jugosa anécdota como la definición de entropía, uno de los términos claves para entender la teoría de la información (en pocas palabras, entropía equivale a algo así como el «aumento del desorden»).

Una vez que ha explicado un poco la base matemática del asunto, el autor comienza a establecer enlaces entre la información y el mundo físico. La información es algo físico es el concepto más importante. Algo que en principio se antoja «etéreo» tiene su equivalencia cierta en el MundoReal™: cada bit de información ha de estar «grabado» de algún modo en un papel, piedra, átomo o partícula, y es tan real como éstos. Entender esta relación es importante porque en paralelo ha ido explicandondo las Leyes de la Termodinámica, con especial énfasis en la segunda («la entropía siempre aumenta con el tiempo») que es clave para entender todo lo demás. Dos cosas totalmente contrarias a la intuición que resultan de todo esto son que borrar información es lo que requiere energía (otras operaciones teóricamente no) y, la más importante (y todavía controvertida) que la información no puede crearse ni destruirse.

En la exploración del mundo físico se hace el necesario repaso a la mecánica cuántica y algunas de sus «paradojas» más notables, experimentos mentales como el del famoso Gato de Schrödinger (al que por aquí tenemos entrañable aprecio) además de todos los habituales de la relatividad de Einstein y la Paradoja EPR, que es de las más difíciles de resolver, como la clásica del Demonio de Maxwell. Una que me encantó es la del «lancero y la cabaña» (spear in the barn) de la que no he encontrado enlaces, así que igual algún día escribo de ella. Actualización (9 de diciembre de 2007): Con información que me enviaron escribí algo más sobre esta paradoja, también llamada paradoja de la escalera en el granero.

A partir de la mitad del libro las cosas empiezan a encajar (también a volverse más y más controvertidas): la teoría de la información explica muchas de las aparentes paradojas del mundo físico y la mecánica cuántica, y a veces simplifica incluso el «cómo funcionan realmente las cosas». Cuestiones importantes como el principio de incertidumbre se mantienen siempre. Los demonios se desvanecen cuando se entiende que han de «procesar información» para lo cual van a gastar energía. El gato puede estar vivo o muerto, pero no ser cuántico porque al ser un macro-objeto la propia naturaleza habrá realizado «mediciones» extraendo información sobre su estado, etc. Pero a su vez todo esto requiere aceptar otros panoramas más y más extraños si cabe.

Cuando el libro termina hablando de la relación entre la teoría de la información y los agujeros negros (de donde nada puede escapar, ¿ni siquiera la información? aunque emiten cierta radiación) la cosa ya empieza a parecer de película de ciencia-ficción (y previamente han explicado los ordenadores cuánticos, el teletransporte y otras cosas increíbles). A estas alturas, el autor explica qué escuelas de pensamiento hay al respecto y cómo por ejemplo un 30 por ciento de los científicos expertos en estos campos están convencidos de la existencia de los universos paralelos porque son la mejor explicación para el cosmos en que vivimos.

El final del libro es tan demoledor como el comienzo: explica por qué según la teoría de la información, y debido a la segunda ley de la termodinámica, en el universo seguirá aumentando su desorden hasta que toda la energía esté uniformemente extendida en un cosmos cada vez más y más «frío», habiéndose consumido a sí mismo. Visto de otro modo, el número de «operaciones» que la naturaleza puede realizar con la energía y la información existente está limitado desde el comienzo de los tiempos, de modo que toda esa información, acumulada en seres vivos, objetos y en cada átomo de planetas y galaxias, quedará disipada y será totalmente inútil. ¿Cuándo? Si no está claro cuándo, al menos sí que será en un plazo finito de tiempo. Ese será el fin del mundo.

La gran «ironía universal» de todo esto es que gracias a la ciencia estamos aprendiendo y descubriendo todos estos secretos del universo, pero todas esas respuestas se perderán en el tiempo y en ese «fin del mundo»: la teoría de la información revela los secretos del universo, pero al mismo tiempo cuál será su final.

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