Por @Wicho — 16 de agosto de 2006

El cerebro socialEl cerebro social. 3 estrellas: correcto Michael S. Gazzaniga. Alianza Editorial 1993. ISBN 8420606464. Español.

A raíz de la anotación vivir con medio cerebro sobre pacientes sometidos a hemisferectomías Jorge nos recomendó este libro, así que lo encargué y me lo llevé de vacaciones.

En él el doctor Gazzaniga expone su visión acerca del funcionamiento del cerebro, que estaría compuesto por una «sociedad» de módulos que a menudo funcionan independientemente unos de otros, aunque cuando es necesario son capaces de pasarse información, y, sobre todo, sin que seamos conscientes de ello, aunque nuestro hemisferio izquierdo se encargue de verbalizar las decisiones tomadas por esos módulos, por lo general inventando explicaciones a los actos que estos módulos nos llevan a hacer.

Así, defiende ideas como la de que no existe el libre albedrío, sino que es una ilusión creada por este módulo verbalizador, y que todos nuestros actos serían perfectamente predecibles de saber cómo funcionan todos los módulos de nuestro cerebro. También dice que la necesidad del ser humano en creer en cosas como la religión viene de la forma en la que funciona -según él- nuestro cerebro y su necesidad de buscarle explicación a todo.

Estas conclusiones las saca del estudio de algunos pacientes epilépticos sometidos a operaciones en las que se secciona el cuerpo calloso, el haz de fibras nerviosas que conecta ambos hemisferios del cerebro, para intentar controlar la enfermedad, pero no puedo evitar la impresión de que es un poco tramposo en esto, pues si bien no tiene problemas a la hora de decir que considera que otras interpretaciones son erróneas por la escasez de datos que utilizaron para llegar a ellas, Gazzaniga tampoco cuenta con un corpus de datos precisamente extenso, ya que sus pacientes, al menos los que utiliza como ejemplo en este libro, no llegan a diez, y presentan importantes -o al menos a mi como lego en la materia me lo parecen- variaciones en su comportamiento tras la operación.

Por otra parte, conviene no olvidar que se trata de personas que ya antes de la operación tenían cerebros que no funcionaban correctamente.

En otras partes del libro propone cosas como que

…cuando oímos la definición, «orgullo excesivo u ostentoso, especialmente cuando se basa en el propio éxito», la palabra se convierte en el reflejo exacto de un pensamiento. Es un reflejo tan preciso que se concluye inmediatamente que hay algo en las palabras y sus definiciones que de verdad facilita la cognición. Yo sostengo que eso no es cierto.
Aunque yo sostengo que no es cierto que se llegue a esa conclusión y que el autor está inventándose eso para apoyar su tesis.

Además, el libro es de 1985, así que no tengo ni idea de lo que puede haber avanzado el conocimiento del cerebro y su funcionamiento desde entonces.

Mi recomendación es leer este libro con una buena pizca de espíritu crítico y recordar que cuando habla del funcionamiento del cerebro como una serie de módulos el autor está defendiendo su punto de vista, no un hecho científico comprobado. Lo mejor del libro, cuando habla de los sorprendentes resultados de las pruebas a las que sometieron a los pacientes para averiguar de qué manera las operaciones afectaron al funcionamiento de su cerebro, ya que son hechos y no opiniones.

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