El largo viaje a un pequeño planeta iracundo por Becky Chambers. Insólita Editorial (28 de mayo de 2018). 394 páginas.
La Peregrina es una nave tuneladora cuya reputación, conseguida gracias a una más que competente tripulación, formada por personas de distintas especies inteligentes y una inteligencia artificial que es una más de la tripulación, hace que le sea encargado abrir un nuevo túnel hacia el planeta Hedra Ka. Es un planeta en la zona de la galaxia bajo el control de los toremi Ka, uno de los clanes de toremi que ha decidido recientemente abrir relaciones diplomáticas con la Confederación Galáctica (CG) en lugar de seguir a tiros con ella. Los túneles son el espacio –aunque no es parte del espacio– por el que viajan las naves en este universo para ir más rápido que la luz pero sin ir más rápido que la luz y así no tener que enfrentarse a las dilataciones temporales que eso supone.
Pero llegar al punto de partida desde el que tendrán que abrir el nuevo túnel que una Hedra Ka con el espacio de la CG les va a llevar casi dos años mientras van saltando de escala en escala hacia allí mediante túneles ya existentes.
Así que la autora aprovecha ese largo viaje para irnos presentando en profundidad a la tripulación de la Peregrina y hacer una introducción a cómo funcionan los túneles y cómo es el universo en el que se desarrolla la acción. Y aquí viene mi problema con el libro: aunque las interacciones entre los miembros de la tripulación de la Peregrina y los seres con los que se van encontrando por el camino son interesantes y, como debe hacer la buena ciencia ficción, nos hacen reflexionar sobre lo que es ser humano, el argumento de la novela apenas si avanza. De hecho apenas el último 20% del libro la hace avanzar.
Y por lo que sé ninguna de las otras tres novelas de la autora ambientadas en este universo son realmente una secuela de El largo viaje… (ay, cómo me recuerda a Les Luthiers esto de los títulos laaaaaaargos), así que me quedé un poco con las ganas de saber qué pasaba con los toremi y la CG. Aunque lo mismo los toremi no son más que una disculpa.
En fin, que se deja leer pero no me ha parecido para echar cohetes.