Al final de la oscuridad. Por Sequoia Nagamatsu. Traducción de Ainize Salaberri. Nocturna (13 de mayo de 2024). 320 páginas.
En el año 2030 una excavación en el cráter de Batagaika saca a la luz el cadáver de una niña Homo sapiens al que rodean una serie de misterios. Pero junto con el cadáver es liberado un virus mortal que provoca una pandemia que termina con buena parte de la población de la Tierra. Por si eso fuera poco el crecimiento del mar causado por el calentamiento global está haciendo inhabitables partes del planeta.
Al final de la oscuridad cuenta cómo la humanidad tiene que aprender a lidiar con la pérdida y la muerte en una escala masiva y antes de tiempo después de que la pandemia empiece a recorrer la Tierra. Lo cuenta a través de una serie de historias entrelazadas que hablan de distintas formas en las que nos enfrentamos con ello. Son historias no siempre con final feliz pero siempre con un rayo de esperanza que hay que leer con atención para ver el hilo conductor que las une.
Y una vez que terminas el libro –no lo vi venir– puedes volver a leerlo para pillar aún mejor las pistas que el autor va dejando a lo largo del relato.
Esta novela es ciencia ficción. Pero es una de esas novelas que se puede leer cualquiera que crea que no le gusta la ciencia ficción para descubrir que en realidad sí le gusta la ciencia ficción. Porque como toda la buena ciencia ficción Al final de la oscuridad habla de nosotros.
En ese sentido me recuerda mucho a otra de mis novelas favoritas del género, Flores para Algernon.
La descubrí gracias a un tuit de Gisela Baños con el que coincido completamente:
Acabo de terminarlo y me ha encantado. Es uno de esos libros que recomendaría a todos aquellos que no saben si les gusta la ciencia ficción o tienen una idea demasiado estereotípica de lo que es.
No sabría deciros si es una historia triste o profundamente bella… Y humana.
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