Si la mitad de las especies del mundo desaparecieran, nuevas criaturas crecerían en su lugar. Pero podría tardar un millón de años o más. Nosotros -como individuos, ciertamente, pero tal vez incluso como especie- podríamos no estar para verlo.
Islands of Abandonment: Life In The Post-Human Landscape. Por Cal FLyn. William Collins (21 enero 2021). 384 páginas. Inglés.
Hay libros que llegan, te agarran, y no los puedes soltar. Este es uno de ellos, al menos para mí. Fue empezar a leerlo y quedarme fascinado por lo que cuenta y cómo lo cuenta. Habla de lugares en el mundo en el que en algún momento de la historia, por lo general reciente, nuestra especie estuvo instalada y que luego abandonó por diversas causas y cuenta cómo la naturaleza los ha ido reclamando, a menudo de forma sorprendente.
No haré aquí una lista de los sitios que menciona por si quieres no verlos antes de tener el libro en tus manos –y recuerda que siempre puedes saltarte el índice– pero dejo un enlace a este hilo de Twitter en el que creo que los he mencionado y enlazado todos.
Es una lectura sorprendente porque son lugares que fueron abandonados por un cambio en las condiciones sociales y/o económicas, algún desastre, ya sea natural o, más a menudo, provocado por nosotros mismos, o incluso por la guerra. Y por tanto son lugares que en muchos casos hemos dejado contaminados hasta niveles que son tóxicos cuando no directamente mortales para nosotros. O lugares que hemos dejado, cuando menos, heridos y se diría que tocados de muerte. Pero poco a poco la naturaleza va reclamando esos espacios.
Pueden ser hectáreas y hectáreas de terreno antes dedicadas a la agricultura pero que ahora, con unos mejores métodos de producción, han sido abandonados y que se están convirtiendo de nuevo en bosques que nos hacen de sumidero de CO₂ regalado –lo que no quiere decir que no tengamos que seguir intentando mitigar los efectos del cambio climático–. O restos de explotaciones mineras que de ser montañas de detritos se convierten en lugares con una sorprendente biodiversidad que en muchas ocasiones los lleva a ser declarados espacios protegidos. O ciudades que su población tuvo que abandonar a causa de una erupción volcánica y que la naturaleza va reclamando, algo que en España nos toca muy de cerca con la erupción del volcán de La Palma. Por citar tres ejemplos.
Y, de forma más bien poco sorprendente una vez que te lo cuentan, la naturaleza es mucho más efectiva que nosotros a la hora de recuperar estos sitios. Casi da para pensar que una vez que nos retiramos de un entorno deberíamos quedarnos quietos y dejarlo a sus anchas.
El libro está en inglés, así que puede que no reconozcas la inmensa mayoría de las especies de plantas y animales que menciona, aunque a mí personalmente me habría pasado lo mismo en español. Pero en cualquier caso eso no me impidió disfrutar del libro; al contrario, siempre es motivo para ir a buscarlas en Internet y aprender más. Ayuda también para eso que el libro incluye un montón de referencias a otros textos, muchos disponibles en línea. En ese sentido seguramente sea más cómoda la versión electrónica porque puedes tocar un enlace y llegar a dónde necesitas ir. Sin embargo creo que es un libro que hay que tener en papel, entre otras cosas por la selección de fotos que incluye. Por eso enlazo la versión en tapa dura mientras sueño con el día en el que las editoriales ofrezcan la compra de papel + electrónico en un conjunto a precio reducido.
Es, sin duda, uno de los libros que más me ha gustado en mucho tiempo. Y de los que más he aprendido, no sólo en cuanto a naturaleza sino también en cuanto a cómo afecta el abandono a las personas. Como dice la autora «en mi búsqueda de lugares abandonados, me centré en primer lugar en la ausencia de personas: esto parecía ser un requisito previo. Pero en casi todas partes he encontrado estos "desiertos" todavía poblados.» Así que cómo no recomendarlo encarecidamente si además menciona Galicia, mi tierra, en un par de ocasiones. Además toca muy de cerca mi fascinación por los paisajes industriales desolados y su particular belleza.
Eso sí, a pesar de lo que cuenta acerca de cómo la naturaleza se las apaña para restañar sus heridas –las heridas que le hemos hecho nosotros– y por ello es un libro tanto esperanzador también lo admonitorio: la naturaleza va a sobrevivir aunque nosotros no lo hagamos.
Lo descubrí gracias a las #LecturasJI, dónde muy a menudo encuentro maravillosas recomendaciones #ForThePila.
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