En 1996 –la novela es de 1974– William Mandella es llamado a filas para incorporarse a la Fuerza Expedicionaria de las Naciones Unidas, un cuerpo de élite que se ha creado para luchar contra los taurinos, una raza alienígena que ha atacado naves terrestres.
En la FENU sólo hay personas física e intelectualmente por encima de la media; la Tierra está dispuesta a enviar a lo mejorcito que tiene a luchar contra los taurinos.
Tras un duro entrenamiento en la Tierra, en la Luna, y en un planetoide llamado Caronte –antes de que descubriéramos y bautizáramos la luna más grande de Plutón con el mismo nombre– en el que fallecen varios de los reclutas a causa de las condiciones extremas y al uso de armas de verdad, Mandella y sus compañeros son enviados a su primera misión de combate.
Esta tiene lugar en un planeta en órbita alrededor de Almaaz y es una masacre de taurinos.
Pero las cosas se van complicando según Mandella y sus compañeros siguen su campaña, y un factor importante de esto es que aunque sus naves espaciales saltan instantáneamente de un colapsar cuando viajan hacia ellos lo hacen casi a la velocidad de la luz, con lo que aunque a ellos les parezcan semanas o meses en el resto del universo pasan años.
Por eso –y porque tampoco son tontos y van aprendiendo de otras batallas– la lucha contra los taurinos se complica cada vez más.
Tras varias batallas más Mandella y sus compañeros supervivientes vuelven a la Tierra, donde ya es 2024 aunque para ellos apenas han pasado dos años de tiempo subjetivo.
Y descubren que no sólo los taurinos, sus tácticas, y sus armas han cambiado en ese tiempo, sino que la sociedad en la Tierra también lo ha hecho, en muchos aspectos hasta ser casi irreconocible, y eso por no hablar de sus familias, amigos y conocidos, que han envejecido más de un cuarto de siglo.
Así que Mandella y muchos de sus compañeros se reenganchan en la FENU con la promesa de que les darán un puesto de instructor, promesa que la FENU rompe inmediatamente para mandarlos de nuevo al combate con la excusa de que son los soldados más experimentados que tiene.
Más viajes con sus correspondientes dilataciones temporales hacen que Mandella esté cada vez más desconectado de lo que es la Tierra, pues aunque hacia el final del libro para él sólo hayan pasado diez años, en la Tierra han pasado más de mil.
La sensación de desapego de los soldados, la frialdad de un ejército al que no le importan nada sus soldados salvo como medio para llegar a un fin, un enemigo con el que luchas sin saber muy bien por qué…
Se suele decir que La guerra interminable es la mejor novela anti belicista de ciencia ficción, y creo que con razón; para mí es también una de las que siempre deberían estar en una lista de novelas recomendadas del género.
Porque como muchas otras novelas de ciencia ficción en realidad cuenta cosas que nos hacen reflexionar mucho sobre nuestra condición de humanos; no en vano Haldeman luchó en la guerra de Vietnam.