Por @Wicho — 10 de mayo de 2015

¡No por dios!

¡No, por dios! (Ateísmo para principiantes). Por Mauricio-José Schwarz. Cazadorderatas. 280 páginas. 12 euros.

Al poco de empezar a leer este libro descubrí cuan identificado me sentía con lo que iba contando Mauricio sobre el proceso que lo llevó a definirse como ateo, pues igual que la suya, mi familia era –es– religiosa, aunque es cierto que un poco por defecto, ya que en la España de principios de los 70 era difícil, sino imposible, ser otra cosa.

Yo siempre fui bastante refractario a las cosas esas de ir a misa y similares, aunque por supuesto hice la primera comunión y años más tarde me confirmé, a instancias de mi madre, y por aquello de tenerla contenta y no porque yo creyera en nada ya a esas alturas.

Pero siempre he dicho que probablemente lo que más ha influido en que yo me declare ateo es que estudié en un colegio de curas en el que tuve la enorme fortuna de que además de meterme en la mollera los conocimientos que tocaban me enseñaron a pensar, lo que me llevó a cuestionarme cosas como la existencia de dios y decidir que este no existe.

De todas formas, al leer a Mauricio caí también en la cuenta de que he pensado muchísimo menos en lo que supone definirse como ateo de lo que lo ha hecho él, quizás porque me he centrado más en la parte de la divulgación de ciencia y tecnología, aunque estas también tienen sus encontronazos con la religión. Después de leerlo me he dado cuenta de como la religión y el ser ateo tocan muchos aspectos de nuestras vidas en los que no había pensado demasiado o en absoluto.

Así que leer a Mauricio, que ha hecho una seria labor de investigación y documentación para este libro, me parece más que recomendable, porque nos hace pensar gracias a su texto argumentado y estructurado, y eso es fundamental.

Como él mismo dice en su libro «[…] podemos decir con bastante certeza que el conocimiento, todo el conocimiento, se ha conseguido a través del ejercicio y la práctica de la observación y de la experimentación, no de la especulación o la iluminación».

Hay que agradecerle además el valor de decir que es ateo y escribir un libro al respecto aún en el siglo XXI, lo que debería hacernos pensar aún un poco más; es muy de agradecer, además, su insistencia en la necesidad de que creyentes y no creyentes convivamos pacíficamente, algo fundamental.

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