Por @Alvy — 24 de Febrero de 2003

Jack the Ripper: Case Closed, de Patricia CornwellPortrait of a Killer: Jack the Ripper, Case Closed. Patricia Cornwell. 400 páginas. Inglés. Noviembre 2002.

El último e interesante libro para los aficionados a la ripperología. En él se desvela (una vez más, habría que decir) la posible identidad de Jack el Destripador, básandose principalmente en muestras de ADN tomadas de las cartas que -también posiblemente- el asesino de Whitechappel envió a la policía y la prensa desde agosto de 1888, fecha en que se sitúan sus cinco más famosos crímenes.

Incidentalmente: mi primer encuentro en profundidad con el mundo de Jack el Destripador fue cuando me sugirieron leer el famoso diario, The Diary of Jack the Ripper (Shirley Harrison, 1995) al que siguió Jack the Ripper: The Final Chapter (Paul H. Feldman, 1998). La historia era interesante: implicaba a un comerciante llamado James Maybrick, a un supuesto diario secreto que surgió a la luz décadas después de los crímenes, y otras pruebas como un reloj con su nombre... pero en general se considera que el famoso diario es con casi total seguridad una falsificación (moderna o de la época) y por tanto invalida esta teoría y a Maybrick como sospechoso. A partir de estos libros descubrí en Internet sitios como el espléndido Casebook: Jack the Ripper donde encontrar información y leer todas las teorías que se han publicado hasta el momento.

La idea de usar pruebas de ADN sobre muestras con más de 100 años de antiguedad resulta interesante, y dichas pruebas de ser válidas darían una gran credibilidad a la teoría de Patricia Cornwell, e incluso permitirían dar por resuelto el histórico caso. ¿O todavía no?

Según Portrait of a Killer, Jack el Destripador era Walter Robert Sickert [1860-1942], un conocido artista, principalmente pintor, pero también actor y ávido escritor, del denominado Grupo de Camdem Town. Supuestamente padecía un defecto sexual desde niño que avivó su caracter psicópata en una escalada de violencia cuando se convirtió en adulto. Comwell describe en varias páginas lo que significa ser psicópata. Para mi, de lo más impresionante del libro:

Los psicópatas pueden ser hombres o mujeres, niños o adultos. No siempre son violentos pero sí peligrosos, porque no respetan las reglas ni la vida que no sea la suya. No se sabe si comparten un factor desconocido de tipo genético, patológico o espiritual (...) Entre los asesinos encarcelados, el 80% sufrieron abusos en la niñez y el 50% tienen anormalidades en el lóbulo frontal (...) El 25% de la población criminal y el 4% de la población general son psicópatas. La OMS lo califica como un «desorden de personalidad antisocial» (...) Pueden vivir dobles vidas, sin que los que están a su alrededor lo noten hasta que atacan (...) Los psicópatas son incapaces de amar. Cuando muestran arrepentimiento, culpa o pena, se trata únicamente de expresiones manipuladoras para su propio beneficio. Suelen ser atractivos, carismáticos y de inteligencia superior a lo normal. Cuando sienten el impulso, organizan y planifican sus crímenes (...) Normalmente asedian a sus víctimas durante largo tiempo, y tienen fantasías violentas. Pueden practicar su modus operandi meticulosamente, para garantizar el éxito y la posibilidad de escapar.
La autora basa su teoría sobre la identidad de Jack el Destripador como la «doble vida» del psicópata Walter Sickert principalmente en los siguientes puntos:

  • Pruebas de ADN. Aunque las pruebas de ADN realizadas no dieron resultado debido a su antiguedad, las pruebas de ADN mitocondrial fueron positivas. El ADN mitocondrial (ADNmt) es una variante del ADN que se hereda únicamente de la madre y que parece conservarse mejor con el tiempo, aunque es menos preciso que el ADN convencional en este tipo de pruebas. Al parecer se encontraron similitudes («marcas de ADNmt») en las cartas y sobres que se supone son del auténtico Jack el Destripador y cartas y sobres enviados por Walter Sickert a sus conocidos. Las muestras se localizaron en la parte posterior de los sellos y los sobres, donde quedan células impregnadas entre la saliva. Hasta la fecha ha sido imposible obtener una muestra real de Sickert ya que fue incinerado tras su muerte, no se han encontrado cabellos o células que con certeza fueran suyos y se cree que no tuvo descendencia (ni sus hermanos tampoco).
  • Walter Sickert era un actor y pintor «camaleónico», capaz de disfrazarse y pasar desapercibido, y también de escribir con distintos tipos de letra, confundiendo así a la policía con diversos estilos y lenguaje en su juego de «atrápame si puedes». La autora considera que una gran mayoría de todas las cartas enviadas son auténticas, obra de Sickert, aunque la caligrafía, gramática y vocabulario parezcan distintas de unas a otras.
  • Las marcas de agua del papel utilizado en las cartas -mirándolas al trasluz, algo que no pareció importar a Scotland Yard en la época- coincide con la utilizada por Walter Sickert en su correspondencia personal. Aunque no está claro cuán popular era este tipo de papel en la época, la autora añade esta coincidencia a la de los contenidos de las cartas y la gran afición de Sickert de escribir a los periódicos y a sus conocidos.
  • La interpretación de las obras de Sickert sugiere a la autora que muchos de sus cuadros no son sino experiencias revividas por Jack el Destripador. Sickert dibujaba sólo escenas que había visto. De este modo, obras aparentemente inocentes parecen mostrar un respetable parecido: véase mujer con collar de perlas y compárese con alguno de sus principales crímenes, incluyendo mujeres aparentemente muertas y a un hombre de tenebroso aspecto junto a ellas (independientamente de que los títulos de las obras sugieran otra cosa).
Otras teorías conspiratorias (ignoradas en el libro) situaron hace tiempo a Walter Sickert (si bien aseguran que contra su voluntad) en el equipo de varias personas que fueron los verdaderos Destripadores, designados para esconder el escándolo del hijo ilegítimo del Duque de Clarence (nieto de la Reina Victoria), que históricamente ha sido también otro de los sospechosos.

Los que critican la teoría de Patricia Cornwell citan como aspectos a considerar sobre la validez de sus argumentos la posible contaminación de las muestras del ADNmt y lo poco que se conoce sobre la fiabilidad de estas pruebas sobre muestras tan antiguas; lo difícil que resulta situar a Sickert en Londres entre agosto y octubre de 1888; y la posibilidad de que aunque la prueba de ADNmt fuera válida, el artista no fuera más que otro de los «graciosos» que enviaba cartas a la policía y la prensa firmando como Jack el Destripador.

Los argumentos de la autora están bien desarrollados en el libro, si bien las situaciones y personajes surgen sin un orden claro a través de los capítulos, mezclando narrativa para contar la historia de forma interesante con los hechos científicos y detectivescos. En cualquier caso, creo que merece la pena leer Portrait of a Killer: Jack the Ripper para conocer uno de los acercamientos hasta ahora más científicos al más famoso asesino en serie de la historia, si bien parece claro -de nuevo- que la verdad definitiva está todavía por descrubirse.

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