Por @Wicho — 21 de mayo de 2015

Hace unos días surgió en Twitter la típica conversación a varias bandas en la que la autora de un libro, en este caso Galatea, la editorial que lo ha publicado, y yo mismo hablábamos de su existencia en formato electrónico.

Por el camino se nos unió Juanjo, quien siendo ciego tiene especial interés en que los libros se editen en formato electrónico, pues de otra forma lo tienen muy complicado para leer, como él mismo me explicaba más tarde por correo electrónico.

Esta anotación está basada fundamentalmente en ese correo.

Según me cuenta Juanjo por un lado tienen los libros en braille que más o menos todos conocemos, unos mamotretos que son realmente difíciles de transportar pues están impresos en un papel de un grosor similar a la cartulina, para permitir la impresión en braille por ambas caras.

Libro en braille
La luce attraverso le dita - Salvatore Ciambra

Esto además obliga a partir un libro normal en varios volúmenes, de tal forma que un libro como La sombra del viento, de 576 páginas, termina por ocupar en Braille seis volúmenes de un grosor de unos cuatro centímetros cada uno.

Ir en el metro o en el autobús leyendo un libro de estos es cualquier cosa menos cómoda: agarrado a la barra del bus con una mano, el perro sujeto en la otra, el libro entre el pecho y la barra y leyéndolo… ¿Con la nariz?

Por supuesto en braille no existen ni el formato bolsillo ni tapa blanda.

A esto se añade la poca inmediatez de la disponibilidad del libro desde que sale al mercado hasta que está disponible en braille:

  1. La ONCE tiene que recibirlo.
  2. La ONCE tiene que escanearlo, entrando en una cola en la que la prioridad inmediata son los libros de estudio.
  3. Tienen que imprimir el libro y enviarlo a casa del interesado.

Y no siempre transcriben todos los libros que se les envían, en especial si consideran que no son de interés general.

Eso sí, existe una versión digital de los libros en braille en un formato propietario y encriptado llamado TLO para el que no hay lectores para todos los dispositivos ni plataformas.

Por otro lado están los audiolibros.

Existe un formato estándar llamado Daisy, Digital Accessible Information System, que es un formato que, en su última versión, permite tener un audiolibro con su correspondencia sincronizada en texto.

Este estándar es un estándar abierto, por lo que cualquier persona puede publicar libros en este formato.

Pero disponer de audiolibros tampoco es inmediato:

  1. La ONCE recibe el libro.
  2. Un narrador se tira dos o tres días leyendo y grabando el libro en digital.
  3. Se compila en Daisy y se pone en la biblioteca.

La ONCE tiene una biblioteca digital para afiliados, en la que tiene libros en formato TLO, y libros en audio en formato Daisy, aunque con las limitaciones y peros ya citados; Juanjo ha desarrollado un conjunto gratuito de aplicaciones para acceder a ella, Litersoft.

Así que para poder saltarse todos estos inconvenientes las personas invidentes tienen dos opciones:

  1. Escanear el libro y pasarle un OCR, aunque a veces no es todo lo fiable que nos gustaría, así que hay que ir corrigiendo el libro mientras se va escaneando.
  2. Comprar el libro en digital.

Pero esta segunda opción tiene varias pegas:

a) La mayoría de los libros en digital tienen DRM, sistemas de gestión de derechos digitales, incompatibles con muchos de los lectores accesibles, los lectores adaptados a su uso por personas invidentes.
b) El software de lectura no es accesible, al menos en algunas plataformas.
c) Muchas editoriales no publican sus libros en digital.

Con respecto al DRM es fácil para quien tenga un poco de iniciativa, pues existen programas para romper el DRM de Adobe Digital Editions y para romper el DRM de Kindle, de modo que con Calibre, podemos tener en minutos un libro en epub o txt / rtf, formatos compatibles con lectores accesibles.

Pero por lo general nada es tan fácil como ir a la tienda digital, comprar el libro y disfrutarlo, salvo en el caso de la persona en cuestión tenga un¡ iPhone, en cuyo caso sí que puede leer de forma accesible los libros de Kindle, pues la aplicación de Kindle para iPhone implementa una accesibilidad brutal, al igual que iBooks.

Pero en otros dispositivos o en el ordenador, aunque sea con acceso a la misma cuenta de Amazon o Apple, ya no hay aplicaciones accesibles, salvo en el caso de iBooks para OS X.

Así que el panorama digital es el siguiente:

  • En un iDevice, se pueden disfrutar de forma accesible de los libros de iBooks y de Kindle, pero no de Adobe Digital Editions.
  • En Windows se pueden leer libros de Adobe Digital Editions, pero el Kindle para PC no es accesible.
  • En un Mac, iBooks sí es accesible, pero Kindle no, y Adobe Digital Editions tampoco.
  • Y en Linux la situación ya da pena, porque al menos hoy por hoy no hay nada que hacer.

Y todo esto a pesar del El Tratado de Marrakech, que está ahí precisamente para facilitar el acceso de personas ciegas al texto impreso.

De ahí el interés de Juanjo porque se publiquen cuantos más libros mejor en formato electrónico, aunque haya que saltarse el DRM.

Estoy seguro de que lo de Lektu, que expresamente ha renunciado al uso de este tipo de sistemas, le encanta.

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