Jack Kilby en 1958, mientras trabajaba para Texas Instruments, y Robert Noyce en 1959, mientras trabajaba para Fairchild Semiconductor, inventaron de forma independiente el circuito integrado. En la actualidad es difícil –prácticamente imposible– encontrar un dispositivo presente en nuestras casas que funcione con electricidad que no lleve al menos uno. Y eso por no hablar de que la invención del circuito integrado permitió desarrollar luego el microprocesador, que está en el corazón de todos los ordenadores del mundo.
Sin embargo para T. R. Reid es una gran injusticia que los nombres de Kilby y Noyce no estén a la altura de los de Thomas Alva Edison o Alexander Graham Bell. Así que en The Chip: How Two Americans Invented the Microchip and Launched a Revolution el autor se propone contar la historia de cómo estos dos hombres, a partir de una idea revolucionaria, cambiaron el mundo.
Parte del problema inicial, que era el de cómo los avances en electrónica se estaban encontrando con la denominada tiranía de los números. El problema era que aunque sobre el papel se podían diseñar circuitos con componentes electrónicos de cualquier complejidad en la práctica era imposible conectar todos esos componentes de forma fiable y en un espacio razonable. La idea monolítica a la que llegaron nuestros héroes solucionaba ese problema, pero ni con mucho fue reconocida como la revolución que era en el momento en el que los primeros circuitos integrados de sus distintas empresas salieron al mercado.
El crudo prototipo de cirtuito integrado con el que Kilby convenció a sus jefes de que la idea podía funcionar - Texas Instruments
T.R. Reid hace un repaso de cómo el programa espacial y los programas de defensa de los Estados Unidos vinieron a dar fuelle a la idea y, de paso, la fueron poniendo al alcance de todo el mundo.
Y también hace un repaso de los antecedentes históricos del desarrollo del transistor y antes de la válvula electrónica o de las aportaciones de George Boole y Claude Shannon, que si bien en su momento también pasaron desapercibidas, fueron fundamentales para que el mundo en el que vivimos sea el que es.
También habla del enfrentamiento comercial con Japón en cuanto a la fabricación de memoria RAM y microprocesadores y de cómo los Estados Unidos, a pesar de haber inventado el circuito integrado y luego el microprocesador –esto último, curiosamente, para solucionar un problema que tenía una empresa japonesa– tuvieron que ponerse las pilas para que el país asiático no los desplazara da un mercado que habían inventado.
Esta edición está actualizada a principios del siglo XXI, así que no cubre los desarrollos de los últimos años pero sin duda es una introducción muy interesante a la historia de ese discreto componente sin el que hoy en día no sabríamos vivir.