The Decipherment of Linear B. John Chadwick. Canto. Inglés. 1958. (Ed. 2003).
Apasionante libro, que ya tiene más de 50 años, sobre el descifrado del Lineal B, una forma de escritura de la época micénica de la antigüedad. El reto cuando se descubrieron a principios de 1900 las primeras tablillas de arcilla con los símbolos del Lineal B fue que había una cantidad muy reducida de material para estudiar, lo que complicaba su descifrado. Décadas después Michael Ventris -que curiosamente era arquitecto y no filólogo- utilizó sus conocimientos de las lenguas antiguas y de criptografía para desentrañar su significado. Fue un auténtico caso de alguien obsesionado con resolver un enigma considerado imposible utilizando todo todo su tiempo libre durante años y años.
Ventris descubrió que aquella forma de escritura utilizaba símbolos para las sílabas, con algunos pictogramas ocasionales (al igual que nosotros usamos de vez en cuando € para «euro»). El primer paso que ayudó a su descifrado fue suponer que representaba la lengua griega -aunque fue algo arriesgado, pues el Lineal B precedería a la que hoy conocemos como griego en varios siglos, algo en cierto modo inconcebible entonces-. Eso ayudó a comprender finalmente los textos tras muchos ensayos, error y comparación. Una complicación adicional era que la información que los escribas guardaban en las tablillas solían ser apuntes de contabilidad: inventarios de ganado, de ejércitos preparándose para una batalla o censos con nombres propios, números con miembros de las familias, profesiones y demás.
Este libro de Chadwick, que también ayudó a Ventris en su descifrado, es una interesante descripción paso a paso de cómo se fueron probando las diversas teorías hasta dar con la correcta. Dejando los tecnicismos aparte, es una apasionante historia medio de detectives medio de lógica medio de pasión por resolver un puzzle. Cuando se completó el análisis y se dio a conocer algunos expertos todavía dudaron de su validez. Sin embargo, a medida que se hallaban nuevas tablillas, las traducciones utilizando las ideas de Ventris encajaban a la perfección con las decenas de símbolos ya descifrados: su capacidad de predicción confirmó su validez.
El descubrimiento ayudó a situar con mayor precisión las diversas civilizaciones de la época en fechas más apropiadas: se ha calculado que se usaba el Lineal B tal vez hacia el siglo XV a. C. También sirvió para aprender algo sobre las costumbres de la época, la forma de vida de entonces y algunas otras curiosidades, como los materiales que usaban o con qué tipo de animales trabajaban. Detalles absolutamente increíbles si se tiene en cuenta que el Lineal B tiene sólo unos doscientos signos entre sílabas e ideogramas, y que existen tan solo unas pocas miles de tablillas en ocasiones rotas e incompletas... que además debían ser tan aburridas como si una civilización futura se encontrara en nuestra basura con la lista de la compra y los extractos de movimientos de la cuenta del banco y apartir de ahí dedujera cómo era nuestro estilo de vida.