Por @Wicho — 17 de enero de 2013

Thirty seconds to impact por Peter Burkill3 estrellas: pasable para aerotrastornados Thirty Seconds to Impact. Peter y Maria Burkill. Inglés. 340 páginas.

El 17 de enero de 2008 el Boeing 777 con matrícula G-YMMM se estrellaba a unos metros del umbral de la pista 27L del aeropuerto de Heathrow al final del Vuelo 38 de British Airways procedente de Pekín al quedarse sin potencia en ninguno de sus motores.

La investigación posterior reveló que el fallo de ambos motores se debió a la acumulación de hielo en el intercambiador de calor del combustible y aceite de sus motores RB211 trent 800, lo que llevó a un cambio en el diseño de estos para evitar el mismo fallo en el futuro.

Y si siempre se dice que altura y velocidad son los mejores aliados de un aviador cuando tiene problemas, en este caso está claro que la tripulación del vuelo 38 no tenía ni una cosa ni otra, pues cuando los síntomas de fallo del motor estaban a unos 3,2 kilómetros de la pista y a una altura de unos 220 metros.

Para cuando el copiloto tomó el mando el avión estaba a unos 46 metros de altura y a una velocidad ligeramente inferior a los 200 kilometros por hora, lo que llevó a Peter Burkill, el comandante, a la conclusión de que se iban a estrellar antes de alcanzar la pista.

Esto hubiera tenido consecuencias catastróficas no sólo para los ocupantes del avión sino también para los habitantes de Hatton Cross, el barrio londinense adyacente al aeropuerto sobre el que volaban -o casi mejor planeaban- en esos momentos.

Así que tomó la decisión de subir los flaps de 30 a 25 grados, lo que redujo la resistencia aerodinámica del avión, lo que le permitió llegar un poco más lejos, evitando tanto Hatton Cross como las antenas del ILS presentes antes de la cabecera de la pista.

Accidente del Vuelo 38
El momento del impacto

Al final el avión tomó tierra ya dentro del perímetro del aeropuerto, en la zona de seguridad de la pista, aunque sin llegar a ella, con lo que quedó destrozado más allá de cualquier posibilidad de reparación a un precio razonable.

Pero todos sus ocupantes sobrevivieron, aunque algunos resultaron heridos.

Al principio todos los miembros de la tripulación del avión fueron tratados como héroes, pero pronto comenzaron los rumores de que Burkill se había quedado helado a los mandos, sin saber como reaccionar, y los tabloides británicos empezaron a darle caña como solo ellos saben, con motivo o sin él, al menos según cuenta Burkill.

Esta situación fue cada vez a peor y al final le llevó a decidirse a aceptar una oferta de British para dejar su plaza en 2009. Pensó que no tendría problemas en conseguir un puesto en otra aerolínea, pero nada mas lejos de la realidad, lo que al final le llevó a tener que vender su casa.

Afortunadamente, en noviembre de 2010 Burkill llegó a un acuerdo con British para volver a entrar en la aerolínea y hoy en día sigue volando en ella como comandante de 777.

El libro cuenta toda la historia posterior al accidente, haciendo especial énfasis en como los directivos de la empresa dejaron una y otra vez a Burkill con el culo al aire en lugar de manifestar claramente el apoyo que en privado le prometían.

Obviamente cabe pensar que Burkill cuenta la historia como la ve él, pero lo cierto es que es fácil encontrar comentarios por Internet adelante de cómo la dirección de la empresa deja que ese tipo de cosas pasen demasiado a menudo.

En definitiva, un libro de interés para aerotrastornados y probablemente para aquellos que trabajen o estudien temas relacionados con la gestión de personal.

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