Vulcan 607. Rowland White. Inglés, edición Kindle
Después de que fracasaran todos los intentos por solucionar por la vía diplomática la invasión de las Malvinas por parte de Argentina en 1982 las fuerzas armadas británicas recibieron la orden de retomar las islas, para lo que fue enviada allí una fuerza operacional con el objetivo de cumplir su misión mediante un asalto anfibio.Para facilitar esta tarea uno de los primeros objetivos de las fuerzas armadas era dejar fuera de uso la pista del aeropuerto de Stanley, de tal modo que los cazas de la Fuerza Aérea Argentina, que ciertamente hubieran sido una seria amenaza para la fuerza operacional, no pudieran operar desde él.
Esta tarea le fue encomendada a la RAF, aunque muchos dudaban de que fuera posible, ya que las Malvinas están a unos 12.500 kilómetros del Reino Unido; aún operando desde Isla Ascensión, la base más cercana desde la que iban a poder operar, la distancia a recorrer era de unos 6.250 kilómetros de ida y otros tantos de vuelta.
El único avión de la RAF con la capacidad de carga de bombas necesaria era el Vulcan, a punto de ser retirado, y cuyas tripulaciones demás llevaban años entrenándose para enfrentarse con las fuerzas del Pacto de Varsovia relativamente cerca de casa, y con muchas bases de países aliados desde las que operar.
Por otra parte, hacía años que esas tripulaciones no entrenaban para utilizar bombas convencionales y no nucleares, ni reabastecimientos de combustible en vuelo, algo que iba a ser imprescindible para tan siquiera intentar llevar a cabo esta misión, y eso por no hablar de que el equipo de reabastecimiento en vuelo de los Vulcan llevaba años sin ser utilizado.
Así que en apenas unas semanas hubo que volver a poner en marcha esos equipos, entrenar a la tripulaciones, y equipar de alguna forma a los Vulcan con los equipos necesarios para defenderse de armas con las que no había contado nunca enfrentarse y para encontrar las Malvinas en medio del Atlántico y tras un vuelo de miles de kilómetros; quizás haya que recordar en aquella época no estaba operativo el sistema GPS.
Este libro cuenta la historia de cómo los hombres de los escuadrones 44, 50 y 101 de la RAF se enfrentaron a esta tarea, nada sencilla, y de cómo el 1 de mayo de 1982 el Vulcan 607 bombardeó finalmente el aeropuerto de Stanley con 21 bombas de 1.000 kilos, dejando en efecto la pista inservible para el uso por parte de cazas.
XM607 and friends: El XM607 está en la actualidad expuesto en RAF Waddington - foto de Richard Grant
Esa misión –la primera de las cinco de la Operación Black Buck que la RAF llegó a volar durante la campaña de las Malvinas– necesitó de 1 Nimrod, 2 Vulcan, 13 Victor, 19 repostajes, 40 despegues y aterrizajes, 90 tripulantes, y casi 700.000 kilos de combustible de aviación, lo que da una idea de su complejidad.
Es, hasta la fecha, la misión de bombardeo más larga de la historia.
El libro está escrito a partir de documentos oficiales y entrevistas con las tripulaciones que llevaron a cabo las misiones, y la versión reeditada incluye detalles que hasta hace muy poco eran secretos, pero no puede dejar de llamarme la atención la enorme metedura de pata que incluye en lo que se refiere a una cinta que les dieron a los operadores de contramedidas electrónicos de los Vulcan.
La idea era usarla como último recurso para intentar engañar a las defensas argentinas, y para ello incluía un mensaje en español para que el Vulcan intentara hacerse pasar por un avión argentino.
Claro que según el autor la cinta decía «No puedo oirle. Usted no está muy claro», lo que es un español como poco dudoso, algo que ya sospechaban los tripulantes de los Vulcan, en especial Jim Vinales, un navegador nacido en Gibraltar, que según el autor comentó que la cinta no le parecía estar grabada en el dialecto correcto del catalán.
En cualquier caso, el resto del libro no parece contener ningún otro fallo tan clamoroso, aunque es cierto que sólo interesará a aerotrastornados y a quizás a aquellos que les interese la historia militar.