Por @Alvy — 19 de diciembre de 2009

Estatua de Cervantes en Madrid (CC) caribb en FlickrEstos días encontraron una «cápsula del tiempo» del siglo pasado al mover la estatua de Miguel de Cervantes que está frente al Congreso de los Diputados en Madrid. ¡Ventajas de vivir en la ciudad de las obras perpetuas! Me pareció casi de coincidencia cósmica que mientras pensamos en cómo enviar una cápsula a 150 años en el futuro en Barcelona nos llegara esa otra cápsula desde 175 años en el pasado.

Al abrirla ha resultado contener cuatro tomos de El Quijote de 1819 y un Estatuto Real de 1834, además de un Diario de Aviso de Madrid de ese mismo año, un libro calendario manual y «guías para forasteros». Mientras nosotros nos devanamos los sesos estudiando en qué formato guardamos los materiales para dentro de dos siglos –que si CD, DVD, memorias de otro tipo, papel…– porque deben poder leerse dentro de 150 años, nuestros antepasados eligieron simplemente papel y un sellado hermético del cofre del plomo, que ha mantenido los ejemplares «casi intactos».

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