Niños, ¡no intentéis esto en vuestro jardín!
Este curioso invento parece que es de finales del año pasado, y no lo vi pasar en su momento, pero lo he reencontrado vía Popular Science… Se tratada de una catapulta desde la que se lanza gente a modo de proyectiles.
Para evitar que queden espachurrados tras la caída los voluntarios llevan un paracaídas y se lanzan no en plan sino junto a montañas y puentes: son expertos en salto BASE y tras recuperar la posición tienen el tiempo justo, justito para abrirlos antes de chafarse. Alternativamente también se puede lanzar a la gente sobre el agua sin paracaidas, si hay la profundidad suficiente.
La altura que alcanzan los valerosos individuos –candidatos sin duda a los Premios Darwin– es de unos 6 metros más o menos (unas dos plantas de un edificio) hasta unos 15 metros de distancia.
La máquina funciona con un motor de gas de 11 CV, un compresor de aire que almacena unos 450 litros a unos 9 bares de presión y diversos mecanismos eyectores para un asiento especial. No hay datos sobre la fuerza G a la que se somete a los proyectiles humanos, que no debe ser poca. El objetivo de su inventor es crear otras máquinas más altas y más grandes, como debe ser.