Por @Alvy — 25 de abril de 2016

Esta comparación sobre terremotos es tan impactante como acongojante; comienza con terremotos de los que todos hemos oído hablar para irlos «situando en contexto» junto a otros más grandes. Aquí el concepto del tamaño del terremoto se refiere a la escala sismológica de magnitud de momento que es distinta de la popular escala Richter.

La escala de magnitud de momento tiene ciertas ventajas. Para empezar es una escala logarítmica, que puede crecer indefinidamente; los valores bajos encajan bien con los de la escala Richter, pero también refleja más precisamente la realidad cuando se alcanzan valores altos – lo cual ayuda en el caso de tener que lanzar alertas de Tsunamis.

Lo que mide es la energía liberada que se calcula para cada terremoto; cada magnitud es 32 veces mayor que la anterior, de modo que un terremoto de magnitud 6, por ejemplo, libera 32 veces más energía que uno de magnitud 5 y a su vez 1024 veces más que otro de magnitud 4. (Para calcular la diferencia entre uno de 6,0 y 6,3 basta calcular 320,3 = 2,8 veces mayor).

En la animación del vídeo puede verse representada en la superficie de los círculos la cantidad de energía liberada por el devastador terremoto de 7,0 de Haiti (2010) que no liberó tanta energía como otros mayores, pero que resultó muy destructivo por la precariedad de las construcciones y los efectos post-terremoto (falta de agua, alimentos, etcétera). También está el de 7,8 en Indonesia (2010), el de 8,2 en Chile (2014) ante los cuales el resto parecen ridículos. (Por no hablar de los de 4,algo que experimentamos en España de vez en cuando).

Pero las comparaciones no acaban ahí: todos ellos palidecen en comparación con el 9,0 del terremoto de Japón en Tōhoku (2011) cuyo tsunami provocó el desastre nuclear de Fukushima o el 9,1 del terremoto del Índico (Sumatra, Indonesia, 2004) que provocó un devastador tsunami.

Pero mayores, mucho mayores todavía fueron un 9,2 en Alaska en 1964 (murieron más de 100 personas) y el mayor registrado hasta la fecha, el 9,5 de Valdivia, Chile (1960) que pese a haber liberado 5.000 veces más energía que el de Haiti o 4 veces más que el de Indonesia causo por suerte solo 2.000 víctimas – aunque hubo millones de afectados y grandes pérdidas por el derrumbe de casi todas las viviendas de la zona.

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