Leave no dark corner (Que no quede ninguna esquina sin vigilancia) es un reportaje bastante espectacular de Matthew Carney para la ABC australiana sobre el llamado sistema de crédito social chino, algo que el gobierno dice que estará completamente operativo para el año 2020.
Aunque recuerda un poco al karmático whuffie del Tocando fondo de Cory Doctorow o a la app de Nosedive en Black Mirror, el crédito social chino está ideado para que se aplique a todos los ciudadanos en todos los aspectos de su vida:
El sistema funciona 24 horas al día gracias a 200 millones de cámaras instaladas en todos los rincones del país, de modo que no queda ninguna esquina sin vigilancia en la que «esconderse». Actualmente en pruebas, servirá a los que tengan «buen crédito social» para conseguir trato VIP en hoteles, aeropuertos, a la hora de ir a la universidad o conseguir préstamos más baratos. Pero por otro lado quienes tengan su crédito social por los suelos no podrán viajar, no se les otorgarán préstamos y tampoco ser funcionarios.
El futuro era esto: que si las cámaras te captan en el supermercado comprando demasiado alcohol pierdes un par de puntos porque puede significar que «tienes una dependencia»; si en cambio compras pañales te suman puntos porque eso puede indicar que eres «más responsable». Luego, intenta llevar a tus hijos a la universidad.
Es inevitable recordar el 1984 de Orwell. Aunque el nuevo sistema todavía está en pruebas Carney explica que ya hay unos 10 millones de personas «castigadas» en China por diversos sistemas de «crédito social» que ya se están usando, incluyendo periodistas por investigar la corrupción y cosas así – y hay quien diría que en otros lugares lejos de Asia los algoritmos que manejan nuestros datos –con los que actúan empresas de contratación, bancos y fuerzas de seguridad– hacen otro tanto. En el artículo sentencia: «el de China es probablemente el proyecto de ingeniería social más ambicioso jamás abarcado: una forma de controlar y coaccionar a más de mil millones de personas».