Entre 1945 y 1962 los Estados Unidos detonaron ni más ni menos que 210 dispositivos nucleares para hacer pruebas de desarrollo*. Cada una de las detonaciones fue filmada por múltiples cámaras a unos 2.400 fotogramas por segundo.
En total se filmaron unas 10.000 tomas distintas que terminaron más o menos abandonadas en distintos depósitos de alta seguridad del país hasta que Greg Spriggs y un equipo de archivistas, expertos en película y programadores del Laboratorio Nacional Lawrence Livermore se pusieron a localizarlas, escanearlas, y analizarlas de nuevo.
Escanearlas sirve para evitar que se pierdan para siempre, pues algunos rollos empezaban a estar seriamente deteriorados; analizarlas de nuevo sirve, o eso esperan Spriggs y sus colegas, para comprobar que los programas diseñados para calcular la potencia de las armas nucleares sin necesidad de dispararlas funcionan correctamente… y por lo que han visto es posible que se queden cortos por un 20 o un 30 por ciento, así que los Estados Unidos podrían tener aún más capacidad para destruir el mundo de lo que pensábamos.
Acaban de publicar algunas decenas de esas filmaciones, una vez analizadas y desclasificadas, en la lista LLNL Atmospheric Nuclear Tests. Las imágenes son hipnóticas, a medio camino entre el horror y la fascinación.
El deseo de Spriggs es que nunca haya que volver a utilizar un arma nuclear, algo que piensa que hay menos posibilidades de que suceda si quienes pueden tomar la decisión de usarla saben exactamente a qué se enfrentan. Aunque a mí si me preguntan me da un poco igual que tengan la capacidad de destruir el mundo alguna vez más de la que pensaban, pues con una es más que suficiente.
*Sí, es como para hacérnoslo mirar.
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