Por @Alvy — 15 de junio de 2022

En este vídeo de la Fundación Long Now, esa que se preocupa por hacernos pensar a muy largo plazo, Adam Long desarrolla en cinco minutos cómo los marketroides se apoderaron hace más de un siglo de algunas de las narrativas en las que vivimos mediante el simple hecho de inventar ciertos términos rimbombantes* e historias sin mucho sentido. Entre ellas:

  • Al llegar los coches a las ciudades, que los peatones fueran atropellados pasó a ser culpa de quienes iban van «caminando a lo loco», no de los coches que lo invadían todo.
  • Fumar se planteó como «un acto liberador y feminista» para las mujeres; lo de que produzca cáncer y otros efectos perniciosos ya tal.
  • Las cookies de los navegadores de internet para la World Wide Web (inventadas por Lou Montulli, el del <blink>) son buenas para la privacidad y es estupendo aceptarlas.

Tal y como explica Long, estas historias cambian nuestra forma de ver el mundo que nos rodea una vez que cuajan a base de machaque, contarlas y volverlas a contar. Por eso las ciudades actuales están pensadas para los coches y no para los peatones, que deben cruzar la calzada por sitios determinados y no pueden disponer de ciertos espacios, como las plazas de aparcamiento.

En el caso de las cookies, su nombre es inocente y simpático, pero si se llamaran «software para espiarte y apoderarse de tu información personal» otro gallo cantaría. El problema es que si la narrativa llega a permear en la sociedad y las normas, entonces hasta los «avisos de cookies» se vuelven algo normal o incluso obligatorio.

Por suerte no siempre estas narrativas son tan negativas y hay movimientos que aprovechan las mismas técnicas para hacer el bien, siempre que se haga de forma concienciada y honesta. Un último ejemplo del que hablan es el metaverso, que puede que sea un lugar interesante o quizá no tanto, pero tiene ciertas similitudes con el MundoReal™ en el que habitamos. Que la narrativa que se construya a su alrededor sea para algo positivo o no tanto dependerá de lo que todos hagamos y aceptemos.

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* Incluyendo llamar storytelling a la narrativa o el simple hecho de contar historias.

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