Por Nacho Palou — 17 de diciembre de 2013

En 1955 unos grandes almacenes de EE UU pusieron en marcha una campaña promocional que facilitaba un número de teléfono para que los niños pudieran llamar a Papá Noel. Pero al imprimir los carteles una errata convirtió el número de teléfono de la campaña de los grandes almacenes en un número secreto del mando aéreo del ejército de EE UU, la unidad militar encargada de guardar y proteger los cielos y que luego sería el NORAD —la misma unidad que en la película Juegos de Guerra prepara el lanzamiento de los misiles nucleares.

Cuando los niños empezaron a llamar al teléfono rojo de una línea secreta los militares del NORAD debían estar bastante ociosos porque empezaron a hacerse pasar por Santa Claus y hablar con los niños, contándoles que estaba de camino, por dónde andaba y cuándo llegaría a sus casas.

La tradición ha cambiado poco desde entonces. En 1958, cuando se estableció el NORAD, éste continuó ofreciendo el servicio de “Seguimiento de Santa” a cualquier persona que llamara para informarse de por dónde andaba Papá Noel y a qué distancia se encontraba el trineo de su casa. Actualmente las personas que siguen atendiendo esas consultas —miles de llamadas y de correos electrónicos— son voluntarios del Ejército, de la Armada, de la Fuerza Aérea y del Cuerpo de Marines.

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La página de seguimiento de Papá Noel está en NORAD Tracks Santa, que también está disponible como app para móviles y a través de Twitter.

Si te parece que esta historia es demasiado buena para que sea cierta, probablemente tienes razón, sólo que aún no está del todo resulta y por ahora ésta es la versión aceptada. Aunque Snopes da la historia por verdadera y The Atlantic la cuenta con todo detalle en NORAD Tracks Santa's Path on Christmas Eve Because of a Typo igual que Mental Floss en Why Did NORAD Start Tracking Santa? así, tal cual, no es muy creíble y de hecho parece que ya desde antes los militares utilizaban la figura de Santa Claus con otros fines, tal y como se puede leer en la actualización del artículo de The Atlantic—que deja abierta la investigación para tratar de averiguar cuánto hay de cierto en esta historia y qué más hay detrás.

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