El 7 de junio de 1954 Alan Turing moría envenenado por cianuro. La investigación posterior determinó que había sido un suicidio, aunque como no dejó nota alguna nunca sabremos a ciencia cierta si realmente se suicidó o si fue un accidente, pues tenía cianuro en casa para ciertos experimentos.
Pero el consenso es que Turing se suicidó porque tras ser condenado por su condición de homosexual –lo que era un delito en el Reino Unido en aquella época– había aceptado un tratamiento de castración química mediante hormonas que lo tenía bastante alterado, además de que con la condena había perdido su autorización para trabajar en proyectos «delicados» del gobierno.
Esos proyectos eran, en su caso, el diseño de ordenadores, un campo en el que Turing es una figura muy importante: suyo es el concepto de la máquina de Turing; diseñó el ACE, uno de los primeros ordenadores modernos; trabajó en el diseño del SSEM y del Manchester Mark 1, en los que se basó a su vez el diseño del Ferranti Mark 1, el primer ordenador comercial de la historia…
Uno de los dos Ferranti Mark I construidos
Y no hay que olvidar que fue una de las figuras claves en el esfuerzo llevado a cabo en Bletchley Park para descifrar los códigos utilizados por las fuerzas armadas alemanas durante la segunda guerra mundial. El que tuvieran éxito permitió acortar la guerra en meses sino en años y salvó millones de vidas.
Pero nada de eso fue tenido en cuenta a la hora de aplicar la ley.
En 2009 John Graham-Cumming puso en marcha una campaña para que el primer ministro se disculpara formalmente por el proceso llevado a cabo contra Turing, campaña que tuvo éxito y que en 2013 además consiguió el indulto real para Turing.
Pero ese indulto parecía injusto para todas aquellas otras personas condenadas por su condición sexual y que no habían tenido la suerte de destacar en la historia.
Así que, en un paso más para reparar esta injusticia, en octubre de 2016 el gobierno británico anunciaba la Ley Alan Turing, ley que la reina de Inglaterra sancionó el pasado 31 de enero de 2017.
Bajo los auspicios de esta ley todas aquellas personas ya fallecidas y que en su momento fueron condenadas por su orientación sexual y por actos que hoy en día ya no son un crimen reciben el perdón automático; aquellas personas condenadas que aún viven reciben ese mismo perdón pero además pueden solicitar que se elimine de su historial cualquier mención a la condena, lo que es aún más adecuado.
Demasiado tarde, pero… ¡Por fin!