En estas fechas se tramita en el parlamento español la Ley de Impulso a la Sociedad de la Información, más conocida como LISI, que será la ley que una vez que entre en vigor determinará como va a ser Internet en España en los próximos años.
Con esa ley nos jugamos, entre otras cosas, que la información pública y pagada de nuestros bolsillos sea puesta a disposición de todo el mundo para su uso, copia, modificación y redistribución; el establecemiento del acceso a Internet de banda ancha como un servicio universal y por tanto garantizado, pues es sorprendente la cantidad de lugares de España en los que todavía eso no es posible; y la neutralidad de la Red desde el punto de vista de los operadores de telecomunicaciones.
Por si eso fuera poco, en distintas versiones del proyecto de ley apareció y desapareció varias veces un artículo especialmente polémico, el 17 bis, artículo que daría potestad a ciertas «autoridades competentes» para solicitar la retirada de contenidos de Internet sin autorización judicial alguna, aunque es cierto que a posteriori sí habría que celebrar un juicio para determinar si esa retirada está justificada o no.
Esas autoridades competentes podrían ser, por ejemplo, entidades de gestión de derechos de autor como la SGAE, y dejar en su poder el decidir qué contenidos son lícitos en Internet o no es algo que nos preocuparía a muchos, pues sería algo así como darle las llaves del gallinero al zorro.
Lourdes Muñoz de Santamaría, disputada socialista que está participando en la tramitación de esta ley, aseguraba hace poco que La lisi no deja espacio a la censura, diciendo que
Ni un partido político, ni una asociación privada, ni siquiera un órgano competente podrán restringir una web si afecta a derechos o libertad de información o expresión. La censura no tiene cabida ni caminos abiertos en esta ley.
Pero el problema es que parece que al artículo 17 bis de la LISI cada vez le salen más amiguitos, el último en concreto el Instituto para la Calidad Turística Española (ICTE), cuyo presidente afirmaba estos días en la asamblea de la Organización Mundial de Turismo que «las bitácoras se utilizan como plataforma para emitir opiniones interesadas contra destinos de la competencia» y pedía «un compromiso que obligue a las compañías tecnológicas a crear herramientas que permitan controlar este fenómeno», como se puede leer en El sector turístico quiere controlar las opiniones vertidas por los 'blogs' de viajes.
Y quien habla de la industria discográfica y hotelera puede hacer la extrapolación fácilmente a la de la construcción, la automovilística, o la de los bancos y servicios bancarios, donde esta misma semana se conocía el caso de la demanda de Ausbanc Consumo contra Rankia por ciertas opiniones de terceros vertidas en los foros de Rankia.
Si la reciente sentencia firme contra la Frikipedia o la primera sentencia contra Alasbarricadas.org son indicativas de por dónde van las cosas, a Rankia le quedan los días contados.
Y conviene no olvidar que la SGAE demandó también a Julio Alonso por una anotación de su blog en la que meramente informaba sobre el google bombing contra la SGAE que en su momento hizo que al escribir «ladrones» como término de búsqueda en Google y pulsar el botón «Voy a tener suerte» la página que aparecía era la de la entidad en cuestión
No se si me dejo algún caso en el tintero, pero todo esto entronca directamente con la autocensura de la que hablaba David Bravo en su conferencia de clausura de Evento Blog España 2007, pues si los autores de blogs temen las consecuencias legales de lo que escriben, es más que posible que ellos mismos se pongan límites en su libertad de expresión para evitar problemas.
Así que habrá que estar muy pendiente de lo que pasa, porque las cosas no tienen una pinta muy halagüeña., en especial mientras el artículo 17 bis de la LISI conserve esa vaguedad acerca de quienes son esas «autoridades competentes».
Actualización: Los Antonios hablan también de estos temas en Todos quieren ser "Autoridad Competente" en Internet (Caspa.tv, Antonio Delgado) y El culturetariado no está sólo (Error500, Antonio Ortiz).