Por Nacho Palou — 6 de septiembre de 2006

Luces 24HorasNo podría estar más de acuerdo con esta iniciativa:

luces24horas es una iniciativa ciudadana para difundir el uso de luces diurnas y sensibilizar a los conductores sobre la importancia del alumbrado: ver y ser visto.
Yo suelo llevarlas puestas habitualmente, por norma cuando circulo por carreteras de doble sentido y siempre en cuanto no hay luz solar directa –túnel, carriles reversibles, garaje, nublado, puesta de sol o amanecer, en pistas de tierra que levantan polvo... En estos casos además es obligatorio o aconsejable cuanto menos. En algunos países no sólo es obligatorio circular siempre con las luces de curce encendidas sino que directamente éstas se encienden al arrancar el vehículo y no hay una forma evidente de apagarlas.

En un reciente viaje de vacaciones a Finlandia durante unos soleados días de agosto todos los coches íbamos con las luces puestas y realmente hay ocasiones en las que se agradece. Es algo que tiene más ventajas que inconvenientes y que no siempre tiene que ver con que las luces iluminen sino que con que éstas sean vistas por otros conductores, como se indica tan acertada como insistentemente en luces24horas.com. Una ocasión típica en la que hay un mundo de diferencia entre los coches que las llevan y los que no sucede al atardecer: los coches sin luces pueden llegar a ser totalmente invisibles debido al contraluz o al deslumbre que se produce con el sol tan bajo (porque vengan de frente o por detrás en el retrovisor).

Por si pensabas utilizarlo como argumento en contra te diré que aunque es cierto que el incremento de la carga eléctrica en el alternador puede repercutir ligeramente en el consumo de combustible (no repercute sobre la carga de batería ni garantiza ni mucho menos una mayor longevidad de unas bombillas sometidas continuamente -aún apagadas- a miles de vibraciones y movimientos bruscos), esto sucede de una forma tan inapreciable que en cualquier caso no compensa los beneficios que suponen el ser visto –o visto mejor

  • El uso de luces diurnas aumenta la visibilidad de todos los vehículos, reduciendo hasta un 15% el riesgo de accidente.
  • Con la aplicación de esta medida se evitarían de 126 a 280 muertes al año en España y 5.500 en Europa.
Si te apuntas a la iniciativa debes saber que circulando con las luces puestas durante el día son (aparte de ser visto mejor) vas a recibir un montón de ráfagas y gestos de otros conductores que aunque con buena intención equivocadamente te alertarán del hecho pensando que las llevas así por olvido –y a los cuales deberás ignorar amablemente y opcionalmente agradecerles el gesto, pero nunca ceder a la tentación de quitarlas.

También se aprovecha para recordar que no se puede circular únicamente con las de posición (habitual error en ciudad) y que las largas o «de carretera» se pueden utilizar sin miedo –parece que hay quien las considera una especie de rayos desintegradores o algo así y no las usan jamás, incluso cuando no vienen vehículos de frente (ni llevan delante) y ni siquiera en autopista. Se pueden y deben utilizar con el cuidado y precauciones adecuadas para no deslumbrar. En autovía este riesgo de deslumbre no es tan acentuado ya que se circula por vías distintas (a menudo separadas por setos u otros elementos) pero es importante utilizarlas siempre que sea posible porque los 40 o 60 metros de alcance típicos de una luz de cruce son insuficientes para anticiparse a una frenada de emergencia: a 120 kilómetros por hora el espacio iluminado por la luz de cruce se recorre en apenas unas décimas de segundo y además es apenas el espacio de frenada necesario para detenerse. En las vía únicas de doble sentido el riesgo de deslumbre es mucho mayor y hay que tener mucho más cuidado y atento para quitarlas si vienen vehículos de frente o van delante a una distancia cercana. Por cierto que si otro coche te deslumbra por error no es buena idea avisarle descargando también ráfagas que deslumbran contra él porque es peor dos conductores deslumbrados frente a frente que sólo uno ellos. Es mejor dirigir la mirada al lado opuesto buscando la línea del arcén como guía para mantener la trayectoria.

(Vía Reflexiones e irreflexiones.)

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