Me crucé medio por casualidad con un podcast + artículo de Marketplace titulado Las tácticas de márketing que hay detrás de las «cantidades raras» en pesos y tamaños en el supermercado. Merece la pena escucharlo porque aunque trata de un tema relativamente obvio se adentra en todos los detalles y variantes.
El asunto es que cuando vas por el supermercado cada vez es más normal encontrar envases con «cantidades raras» que no son números redondos: en vez de botellas de 1 o 2 litros, las hay de 950 ml, 1300 ml… Lo mismo sucede con cosas como las unidades: una caja de 19 bolsas de basura (no 15 ni 20), etcétera. Esto aparte de molestar sobremanera a los tiquismiquis (¿a quién se le ocurre diseñar una botella de 850ml?) puede ser un mal trago para quien intente comparar productos similares a ver cuál es más barato.
Y es que precisamente la razón detrás de esos números raros no es otra que las marcas buscan vender más caro haciendo más difícil comparar los precios: si todos los envases de azúcar fueran de 1 kg sería fácil ver que e que vale 1,20€ es más caro que el de 0,95€, pero si el primero contiene 1100 g y el segundo 950 g la cosa ya no es tan obvia. A esto se llama en el mundillo de la «guerrilla psicológica contra los consumidores» «efecto dificultar la comparación». Aunque por ley ciertos productos deben indicar el precio por unidad de peso / volumen (tantos euros por kg o por litro) eso suele ir en letra pequeña convenientemente «camuflado» y poca gente se fija. En algunos países ni siquiera es obligatorio.
Según explican en Marketplace esto también permite a los fabricantes arañar en las cantidades productos sin que se note: si un envase de 1000 ml ahora lleva 950 ml y no se avisa claramente, el precio no parece que suba, pero a lo tonto a lo tonto te están vendiendo un 5% menos de producto.
Relacionado: