Por @Alvy — 25 de septiembre de 2012

En este montaje que un agencia instaló en una plaza de Bruselas (Bélgica) hasta el más pequeño detalle estaba cuidado: un mentalista con pinta de gurú llamado Dave, una invitación a leerte la mente, un ambiente de colores blancos e inocentes… Y toda una serie de detalles para relajar a los invitados: la excusa de que era una prueba para un futuro programa de televisión, el abrazo de bienvenida, el contacto visual… el manual del perfecto lector de mentes puesto en práctica, vamos.

Durante las sesiones puede verse cómo los protagonistas van quedándose cada vez más y más alucinados cuando el mentalista «adivina» cosas personales sobre ellos, cosas personales que nadie más que ellos saben (?!) incluyendo algunas tan íntimas como los tatuajes que llevan en su cuerpo o qué precio han puesto a la casa que están vendiendo.

El final hay que verlo.

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El vídeo procede de un campaña belga sobre seguridad al utilizar los bancos online, safeinternetbanking.be. En otros espectáculos similares la realidad no es muy distinta, como se ha explicado hasta la saciedad en muchos libros: mentalistas, médiums y predicadores investigan por adelantado las vidas de la gente a la que «van a leer la mente» o con cuyos familiares van a contactar. Pueden utilizar Internet o, más habitualmente, documentalistas que revisan archivos; tampoco es extraño usar detectives. Los entrevistados, además de auto-seleccionarse en cierto modo, no asocian que el rastro que hayan podido dejar en una entrevista previa, o en la tarjeta de visita o identificación que les piden a la entrada está su nombre y correo electrónico. Y, si pones una moto o una casa en venta públicamente… ¿Por qué asombrarte de que alguien sepa el precio que has publicado?

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