Por @Alvy — 20 de diciembre de 2016

Si no existiera la muerte natural viviríamos unos 8.938 años

La idea es sencilla: si mágicamente elimináramos de un día para otro la muerte por causas naturales es obvio que en cualquier caso todo el mundo acabaría muriendo debido a otras razones: guerras, incendios, accidentes de avión, por ahogarse en el mar o por la coz de un burro. ¿Cuál sería entonces la esperanza de vida promedio?

En PolStats han hecho el ejercicio de calcularlo y han creado este simulador de esperanza de vida sin muerte natural que hace transcurrir el tiempo año a año a toda velocidad, fulminando a 100 personas cuando les «llega la hora» según las leyes de las probabilidad y las estadísticas recopiladas más actuales [los datos son de Estados Unidos].

Quizá sea sorprendente –o quizá no– que la esperanza de vida media sean 8.938 años – un dato al que se puede llegar repitiendo la simulación. Es en cierto modo divertido ver cómo la gente va cayendo como moscas por las causas más habituales, simbolizadas por iconos: accidentes con armas de fuego, inundaciones, terremotos e incluso el clásico «que les parta un rayo». Más sorprendente es quizá que los valores extremos son muy amplios: para algunos su vida durará únicamente cero años si tienen muy, muy mala suerte pero los más longevos llegarían a los 40.000 o 50.000 años de vida – eso sí que sería una vida plena (y esperemos que no demasiado aburrida).

Las causas más comunes por las que morirían todos los habitantes de este planeta utópico según esta simulación serían, por este orden: accidente de vehículo a motor (68%), asalto con arma de fuego (22%), fuego (5%), caída desde una escalera de mano, 2%; caída por los escalones de una escalera de un edificio (1%) y un resto del 2% de otras causas a cual más improbable, incluyendo cataclismos o mordeduras de perro – que de todo habría. Utilizar el coche sería la actividad más mortífera posible en este «maravilloso mundo» en el que cada cual tendría que valorar los riesgos de sus actividades teniendo en cuenta que nadie tendría a priori fecha de caducidad.

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