En los carriles rápidos para vehículos de «alta ocupación» normalmente solo pueden circular coches con dos o más personas. En California multaron hace poco a un conductor por ir sin nadie a su lado. Pero presentó una reclamación.
¿Realmente no iba nadie con él? No exactamente. El tipo quiso utilizar un curioso ardid para librarse de la multa: alegar que una carpeta con papeles que llevaba en el asiento del acompañante eran una persona «acompañante». Los detalles están en Wired: Motorist Claims Corporation Papers Are Carpool Passengers.
Su lógica era tan aplastantemente simple como poderosa: el código de circulación del estado dice que «deben circular dos o más personas» en ese tipo de carriles. Y en otro apartado genérico dice que a efectos genéricos en el código «se considerará persona tanto a las personas personas físicas como a las corporaciones».
Lo que él llevaba en la carpeta eran las escrituras de su corporación. De modo que si persona = corporación y en el coche iban él y su corporación… eso suma dos personas.
¿Extrañado por esa rara equivalencia corporación = persona?
En muchos países las corporaciones son personas a efectos legales, como bien aprendimos en el documental The Corporation:
La corporación es una creación artificial, una figura puramente legal que otorga a una entidad la práctica totalidad de «derechos» que tienen las personas: poseer, comprar, vender, pleitear y muchos más. Pero al mismo tiempo, libera a la entidad de muchas obligaciones.
Si esto suena raro es porque el remoto origen de esta situación es una retorcida interpretación de abogados manipuladores respecto a la 14ª enmienda de la Constitución de los Estados Unidos. Esa enmienda pretendía convertir lo que era el derecho de los esclavos liberados a su propia vida, a la propiedad y la protección legal. La torticera interpretación consistió en aplicar la misma ley también a las entonces emergentes primeras empresas, convirtiéndolas a todos los efectos en «personas».
El protagonista de la historia dice más o menos literalmente que está «hasta los cojones de que las corporaciones sean tratadas como personas: es una de las mayores absurdeces que hayan existido nunca». De modo que piensa que aunque lo lleve totalmente crudo para esquivar la multa tal vez pueda llamar la atención de otros conciudadanos sobre esta estupidez histórica usando su peculiar silogismo: Si la corporación es una persona y él llevaba a una corporación en su asiento, él iba con otra persona en su coche.
De momento la multa de 400 dólares por pícaro –o despistado– ya se la ha comido con patatas; ahora tendrá que exponer su reclamación ante un juez. Y dice que no parará hasta llegar al Tribunal Supremo. Momento ideal para decirle aquello de: Amigo, no tienes ninguna posibilidad… pero cuentas con toda mi simpatía.
{Foto: Madrid Bus Vao (CC) Eurist @ Flickr}