Esta semana descubrí un parque secreto.
Resulta que a sólo veinte minutos andando desde mi casa (o de la oficina, que está más cerca todavía) esta el parque y jardín histórico Quinta de los molinos, situado en el barrio de Suanzes de Madrid.
Digo «descubrí» porque aunque he vivido toda la vida cerca de esa zona, nunca había oído de su existencia, y eso que parece que lleva abierto al público más de diez años, tal vez incluso veinte. No debo ser el único: a pesar de ser espectacular nunca hay mucha gente por el parque: sólo algunos corredores, gente paseando al perro, abuelos disfrutando de su jubilación o mamás y bebés en sus carritos. Pero nada masificado ni agobiante, más bien todo lo contrario: silencioso, tranquilo y solitario.
Es un parque algo extraño: al estar completamente vallado y tener sólo tres o cuatro entradas en sus 2,5 kilómetros de perímetro (y creo que dos o tres están cerradas), nadie diría que existe un parque allí dentro. Sin embargo, son nada menos que 25 hectáreas de parque arbolado, con caminos, un pequeño lago, fuentes, algunos edificios e incluso una Escuela de Jardinería
Un clásico del parque son sus impresionantes almendros, que florecen un poco antes de que empiece la primavera, impregnando todo de un olor impresionante - que de hecho llega hasta la cerca calle de Alcalá.
También hay un algunos molinos, no muy antiguos, que debieron dar nombre a la finca. Según parece se utilizan para extraer algo de agua subterránea.
Comprando la Quinta con El Retiro, el parque más conocido de Madrid, puedes imaginarlo del mismo estilo y con una superficie equivalente a la cuarta o quinta parte. Eso quiere decir «muy grande»: la Quinta de los Molinos es uno de los tres o cuatro parques más grande de Madrid, una ciudad en la que hay unas 2.000 hectáreas de parques de este tipo.
Al parecer el alcalde Tierno Galván llegó a un acuerdo con los propietarios de la finca a principio de los 80 y tres cuartas partes del terreno se dedicaron a parque público a cambio de los permisos para edificar en el resto de la finca. Hay muchos edificios y chalets en los alrededores, imagino que con estupendas vistas. Tal vez no hay mucha gente en el parque porque se ha mantenido un tanto «asilvestrado»: no hay bares, terrazas, zonas con columpios ni apenas papeleras - aunque se mantiene escrupulosamente limpio.
El hecho de que no esté demasiado comunicado (ligeramente en las afueras, aunque llegan Metro y autobús) y los alrededores sean sólo viviendas y no una zona comercial imagino que serán otras razones. Pero lo cierto es que está a menos de 15 minutos andando de zonas comerciales tan conectadas como el cruce entre Alcalá y Arturo Soria. Así que realmente es como un parque escondido y medio secreto.
Ojalá se mantenga así por muchos años.