Por @Alvy — 4 de junio de 2017

Amsterdam es conocida entre otras cosas por sus canales, sus coffee shops y sus bicicletas. Precisamente como hay cientos de miles de bicicletas también se dan extraños sucesos, como que muchas de ellas ellas acaban en el fondo de los canales. Así que un equipo de «pescadores de bicis» ha de encargarse de «pescarlas» con un gigantesco garfio a lo Toy Store (¡el gaaarfio! ¡el gaaarfio!)

Tal y como muestran en Great Big Story los casi 100 km que recorren los 165 canales de la ciudad están bien surtidos de restos de bicicletas. Dos técnicos con un barco –que dicen es algo de lo más fotografiado por los turistas– van limpiando periódicamente lo que encuentran: por allí navegan muchas barcas que podrían atascarse con tanto resto metálico submarino. Tras sacar las bicicletas del agua se envían al reciclaje, donde se convierten en latas de bebidas.

Respondiendo a la intrigante cuestión de por qué hay tantas bicicletas en el agua los veteranos pescadores de bicis dicen que creen que el 20 por ciento caen debido al viento, pero que el otro 80 por ciento son arrojadas a agua tras una noche de juerga.

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