Por Nacho Palou — 29 de mayo de 2007

Si en toda la década de los setenta se fabricaron 100 aviones comerciales, sólo en el año 2005 se entregaron a las compañías aéreas unos 700. Con tal incremento en la flota mundial crece proporcionalmente el número de aparatos que deben ser retirados del servicio. ¿Qué hacer con tanto desecho?

El programa LIFE de la Comisión Europea establece que los aviones que terminan su vída útil en la eurozona deben ser desguazados y reciclados. En EE.UU. también se reciclan pero en menor medida y la mayoría de los aviones acaban “aparcados” en grandes y apartadas zonas del desierto como el AMRAC localizado en Arizona.

Hace algo más de un año se puso en marcha el poyecto PAMELA con la inauguración de la planta de reciclaje de aviones en el Aeropuerto de Tarbes, al sur de Francia. Gestionada por el fabricante europeo Airbus en sociedad con las empresas del sector la planta fue inagurada con el reciclaje de un Airbus A300, uno de los primeros modelos de la compañía, que había cumplido ya los treinta años.

Airbus A300 Recycling
El Airbus A300 entró en servicio en 1974. En aquella época era tecnológicamente muy avanzado y marcó un antes y un después en el diseño de aviones subsónicos modernos. Foto por Arpingstone.

Se calcula que durante los próximos veinte años unos 4.000 aviones alcanzarán el final de su vída útil, a razón de unos doscientos por año, los cuales deben ser desmantelados y reciclados por razones medioambientales y de salud pública. Según especificaciones del proyecto PAMELA, entre el 85 y 95 por ciento de los componentes de los aviones modernos pueden ser fácilmente reciclados, reutilizados o recuperados.

European Jet Plane Recycling Center — El reciclaje comienza con el desmontaje de partes recuperables tales como motores, asientos, trenes de aterrizaje, partes móviles de las alas y aviónica.

Posteriormente se eliminan componentes químicos tales como combustible, aceites, líquidos de los circuitos hidráulicos, baterías, líquidos de freno, componentes pirotécnicos y la instalación de las mascarillas de oxígeno.

Después de esto ya se pueden quitar las partes no-metálicas tales como plásticos, aislantes, tejidos, gomas y cristal.

Finalmente comienza lo divertido: cortar alas y cabina en trozos manejables para el transporte y posterior trituración en pedazos aún más pequeños. Hasta el 80 por ciento de los metales se extraen en este proceso tras separarlos por aspiración y flotación del resto de elementos.

La tonelada de chatarra metálica de avión (estructura pelada) está a 150 euros y supone entre el 25 y el 35 por ciento del peso del avión (el resto son partes no metálicas incluyendo plástico, cristal, goma, tejidos, etc.) y está compuesta en un 85% por aleaciones de aluminio, 10% acero, 3% titanio y 2% cobre.

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(Vía TreeHugger.)

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