Según aparece explicado en muchos sitios, el récord de velocidad del viento más rápido jamás registrado en nuestro planeta es de 372 kilómetros por hora (231 millas por hora), alcanzado en el Monte Washington de New Hampshire (Estados Unidos) allá por 1934.
Sin embargo, leyendo sobre mapas y geografía en Maphead: Charting the Wide, Weird World of Geography Wonks de Ken Jennings (sí, el de Jeopardy) descubrí una historia curiosa al respecto. Al parecer en realidad la mayor velocidad jamás registrada fueron 408 kilómetros por hora (253 millas por hora) en una estación de registro automático de la Isla Barrow, en Australia. Esa velocidad extrema se debió al paso del ciclón tropical Olivia de 1996.
Al parecer esa estación meteorológica utilizaba un tipo de anemómetro que estaba montado a diez metros de altura sobre el suelo, mientras que para los récords se ve que se considera válida la velocidad en superficie: aunque los técnicos comprobaron posteriormente que la medición era correcta, el récord no ha pasado a la historia. Diez metros de altura tampoco es tanto, pero bueno...
Curiosamente, tal y como cuentan en el libro, nadie se percató además en su momento de que el récord había sido batido y el nuevo valor permaneció descansando, oculto en la larga tabla de números de los registros automáticos, hasta 14 años después (2010) que es cuando fue «descubierto» y ratificado.
Para que los récords de este estilo además sean considerados válidos los vientos deben mantenerse durante cierto tiempo y ser medidos con precisión y ratificados como tales. Por ejemplo dice en la Wikipedia que durante el tornado F5 de Bridge Creek en Oklahoma se midió un valor de 486 kilómetros por hora, que a veces se cita como velocidad récord del viento en superficie, pero que la mayoría tampoco considera un «récord oficial».
{Foto: Taylor Wind Speed Dial (CC) Steve Depolo @ Flickr}