Este curioso diseño de refugio anti-atómico se promocionaba en Estados Unidos en los años 60 como «refugio familiar». Con muros de cemento, se entregaba «construcción incluida» y tenía espacio para cama, sillas, estanterías y comida – para la familia completa. Resulta curios –como dicen los de Atomic Annhilation, donde lo vi– la entrada en forma de L, «como si la radioactividad no pudiera doblar las esquinas».
El típico sitio en el que todo el mundo querría estar en caso de catástrofe, vaya. O no. Porque visto lo visto en las últimas películas de futuros apocalípticos no sé yo si es mejor estar entre los que sobreviven o entre los que la palman al instante.