Por @Alvy — 13 de marzo de 2021

En el canal de Business Insider apareció este videoreportaje dedicado al trabajo de Arion Press, una imprenta de baja tecnología totalmente artesanal y tradicional. Allí todavía se imprimen libros con técnicas de los siglos XIX y XX, desde la preparación de las planchas de textos con una linotipia a la encuadernación manual página a página. Es uno de esos sitios dominados por el olor a tinta, plomo fundido y pegamento.

En el reportaje puede verse cómo para la parte de la composición de texto utilizan una linotipia, que deja caer letra a letra los tipos creados instantáneamente con plomo fundido a partir de moldes tipográficos. Literalmente, hay que encender fuego debajo de la máquina para que el plomo se caliente, algo que podría considerarse de muy, muy, muy baja tecnología, pero que servido para producir miles de millones de libros, periódicos y revistas hasta la actualidad. La gigantesca colección de tipografías que se ve en los almacenes también es espectacular.

Tras pasar por las máquinas de impresión, en las que hay que aplicar la tinta según las necesidades y dar varias pasadas si se quiere recurrir al uso del color, los libros llegan finalmente a la fase de encuadernación, donde se pliegan meticulosamente, página por página y se van encolando con pegamentos apropiados para la ocasión.

Todo esto es un proceso tan artesanal y laborioso que algunos libros requieren varios años de preparación. Podría decirse que es un trabajo para amantes de tomarse las cosas con calma. Los artesanos que trabajan allí tienen además que preocuparse de mantener y reparar toda la maquinaria y –para que no se pierda la tradición– explicar a todas las personas que pueden cómo funciona todo el proceso, para que pueda perdurar con el paso del tiempo. De hecho tienen un programa de formación de 4 años para quienes aspiran a continuar con la noble profesión.

Según cuentan al principio, el de Arion Press es el último taller de Estados Unidos que imprime los libros de esta forma; quizá queden otras en el mundo pero no deben ser muchas porque ahora todo son ordenadores, software e imprentas robotizadas capaces de imprimir y encuadernar ejemplares uno por uno, al instante. Dicen que en su caso sobreviven gracias a un grupo de entusiastas que encargan y pagan a precios carísimos ejemplares únicos. Gente para la que todavía lo más importante es el olor y el tacto de los libros junto con ese gustirrinín que da «pasar la mano sobre las hojas y acariciar la tinta impresa».


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