Teléfono ANOM – Policía australiana
En 2018 el FBI cerró un servicio de comunicaciones cifradas llamado Phantom Secure que era muy popular entre criminales de todo el mundo. Y viendo una oportunidad reclutaron a un ex distribuidor del servicio que estaba trabajando en uno nuevo llamado ANOM para que colaborara con ellos. El acceso al sistema está camuflado en una aplicación de calculadora que va instalada en los teléfonos móviles que permiten conectarse a él. Esta aplicación no calcula nada; en realidad permite enviar mensajes e imágenes convenientemente cifradas. Pero la gracia del asunto está en que el FBI y su colaborador tenían acceso a todo el tráfico de la red mediante una puerta trasera.
El martes fuerzas del orden de todo el mundo revelaron que en los aproximadamente 18 meses que han pasado desde que se pusiera en marcha la operación Trojan Shield (Escudo de Troya) han podido interceptar más de 20 millones de mensajes en 45 idiomas. Y que eso ha llevado al arresto de más de 800 personas en una docena de países. Aunque aún hay operaciones en marcha, así que habrá alguna detención más. En total había en servicio más de 12.000 dispositivos que eran usados por más de 300 organizaciones criminales que operan en más de 100 países. Por lo visto Anom no es que tenga una cuota de mercado especialmente grande, pero aún así es la operación más grande de este tipo de la historia.
Si han hecho público todo esto ahora es debido a la necesidad de parar algunas operaciones actualmente en marcha antes de que tengan consecuencias irreparables y a que se terminan los plazos que las las autoridades legales que supervisan la operación dieron para interceptar las comunicaciones.
No es la primera vez que las fuerzas del orden consiguen colarse en un sistema de este estilo, aunque en otras ocasiones sí había sido hackeando los sistemas. Pero parece que sí es la primera vez que se la consiguen meter doblada de fábrica a los malos. A los que además les cobraban unos 1.700 dólares por el teléfono y seis meses de acceso al setvicio. Ya no se puede fiar uno de nadie. Ni siquiera del FBI.
Eso sí, el colaborador que fue suministrando los móviles a esta gente, que por lo visto ha cobrado 120.000 dólares, ya puede estar bien escondido.